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No bajan las colas para ver al presidente Chávez

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En la madrugada del viernes, a pocas horas de comenzar la ceremonia protocolar del funeral del presidente Chávez, seguía llegando gente a la Academia Militar para despedir al primer mandatario.

A medida que avanzaba la noche, las filas de personas iban en aumento. En una de las entradas al Fuerte Tiuna, la alcabala 2, una interminable cola serpenteaba todo el espacio. Familias enteras provenientes del país venían preparadas para el desvelo con mantas, suéteres, comida, termos de agua y buen ánimo.

Los 15 miembros de la familia Romero Cacique llegaron directamente de Valencia a darle el último adiós a su comandante-presidente. “Apenas nos enteramos, decidimos venirnos a Caracas. Esperamos verlos antes de que amanezca”, dijo María, a las 11 de la noche del jueves junto a sus tres pequeños hijos que explicaban “vinimos a ver a Chávez”.

“Intenté dos veces entrar, pero está muy difícil pasar por allí. Tuve que salirme del gentío, me estaba ahogando”. Efraín González, proveniente de Villa de Cura con su grupo familiar y unos amigos, se refiere al embudo que se forma justo al frente del patio central de la Academia Militar, donde se instaló la capilla ardiente para velar a Chávez y confluyen todas las filas que se derivan de las diferentes entradas del Fuerte Tiuna.

Soldados tratan de poner orden mientras la gente se impacienta. “Llevo como un día haciendo cola, en total unas 12 horas para poder verlo, pero lo intentaré de nuevo”.

Otra que no se lo pensó dos veces para venir a Venezuela sin importar las distancias es Blanca de Carrillo, una colombiana que agarró un autobús desde Cúcuta con su nieta de 11 años. “Tardé 12 horas en autobús y comenzó a hacer la cola a las 5 de la tarde, casi no conozco Caracas pero yo tenía que agradecerle a mi presidente. Él sigue vivo, le ha dado muchas cosas al pueblo”, dice conmovida hasta las lágrimas. “Lo seguiremos apoyando.

Junto a ella, un grupo de nuevas amigas caraqueñas, que la llaman la “camarada colombiana”, están dispuestas a pasarse todo el tiempo necesario en la cola para saludar al comandante-presidente. Aunque la conocen de esa noche, le han ofrecido su casa para descansar antes de volver a Cúcuta.

Gustavo Abel López trabaja en Pdvsa Macaraibo y llegó en uno de los 35 autobuses que la estatal dispuso para el traslado de dolientes de Chávez a la capital . “No creo que logremos entrar a verlo, está muy difícil por la cantidad de personas. Mañana tendremos que regresar aunque no hayamos pasado a la capilla porque tenemos que regresar y seguir adelante como lo ordenó Chávez”, dijo al mismo tiempo de afirmar que se sentía feliz de presenciar el “hervidero” de gente que se había convertido el Fuerte Tiuna.

Más que de velorio, el ambiente en los jardines de la Academia Militar parecía la de un concierto multitudinario. El promedio de la gente a la esperaba podía variar: desde 12 a 7 horas. Ni el anuncio de la extensión a siete días de los funerales relajaron la llegada de dolientes. Montones de basura daban cuenta de la cantidad de personas que se encontraban en el lugar desde que se decidió rendir honores en el recinto militar al presidente Chávez.