Para la educación inicial, los países de la Ocde invierten en promedio 0,8% del PIB
viernes, 5 de diciembre de 2025
La Ocde advierte que la educación inicial, antes de los cinco años, sigue siendo una de las más subfinanciadas, pues destinan en promedio solo 0,8% del PIB
La discusión sobre el futuro de los sistemas educativos se ha convertido en un tema central de la política económica global, esto en un contexto en el que las economías avanzan hacia un mundo más tecnológico y guiado -en muchos casos- por la inteligencia artificial a través de modelos basados en habilidades, innovación y productividad, sin embargo, la brecha entre lo que los sistemas educativos entregan y lo que exigen los mercados laborales continúa ampliándose.
Esta brecha tiene un origen cada vez más evidente en buena parte de la población: los primeros cinco años de vida. La educación inicial, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, Ocde, es hoy una de las etapas con mayor impacto económico a largo plazo y, al mismo tiempo, una de las más subfinanciadas
Sin embargo, pese a la evidencia, la inversión sigue siendo limitada ya que, en promedio, los países de la Ocde destinan tan solo 0,8% del PIB a la educación de primera infancia, con brechas importantes entre las regiones; países como Islandia y Noruega dedican 1,% y 1,7% del PIB respectivamente, pese a esto muchos países se encuentran debajo de este umbral.
Mediante su informe “Educación infantil de calidad: la clave para la prosperidad y el bienestar”, señala que la educación inicial actúa como un predictor clave de los resultados educativos, sociales y laborales de la adultez; varios estudios realizados por la Ocde muestran que las habilidades medidas a los cinco años explican mejor los niveles futuros de ingreso, bienestar y empleabilidad que los resultados de primaria o secundaria, esto basado en un fenómeno basado en que el desarrollo temprano facilita el aprendizaje posterior y aumenta la capacidad de capitalizar oportunidades educativas y laborales.
“La educación no se organiza a partir de áreas disciplinares, español, matemáticas, ciencias, sino que más bien responde a propender porque los niños, por ejemplo, fortalezcan sus identidades, se reconozcan comunicadores activos y valiosos o también procesos en los que los niños disfruten aprender, explorar, conocer el mundo, reconocerse a sí mismo”, aseguró Angela Patricia Vargas, jefe del Departamento de Educación y Desarollo Infantil y profesora de la Facultad de Educación de la Universidad de La Sabana.
Aunque los gobiernos formulan agendas ambiciosas, la implementación es uno de los principales desafíos que enfrentan esto debido a los costos políticos, la distribución desigual de beneficios, las percepciones de riesgo entre grupos de interés y la falta de claridad sobre los resultados a corto y mediano plazo. Según el informe, las reformas que buscan mejorar el presupuesto de inversión en la educación a temprana edad fracasan en muchos casos al ser abordadas como asuntos técnicos y no como transformaciones culturales.
En los sistemas educativos intervienen actores con incentivos, temores y prioridades diferentes, por ende, requiere estrategias de comunicación creación de coaliciones, construcción de confianza e identificación de resistencias, bases que son importantes para la consolidar un programa.
“Colombia lleva más de 40 años trabajando en primera infancia, hemos avanzado pero aún hay brechas importantes, no se hace suficiente énfasis en la primera infancia porque los beneficiarios de esta educación no tienen capacidad de influencia”, afirmó Alejandro Espitia, docente de la Universidad Javeriana.
El impacto de la desigualdad
La Ocde además evidencia sobre el impacto de la desigualdad socioeconómica en el desarrollo temprano. A los cinco años, los niños de hogares vulnerables registran rezagos de hasta 12 meses de desarrollo en habilidades prosociales, además de diferencias marcadas asociadas a la memoria de trabajo y flexibilidad cognitiva. En varios países, la matrícula entre los tres y cinco años supera 90%, pero el acceso entre cero y dos años es significativamente más desigual; el informe asegura que los niños de familias con menos ingresos no solo acceden menos sino que también reciben servicios de menor calidad. En ocho de 28 países miembros, estas diferencias aumentaron en la última década para el grupo de tres a cinco años.
Dentro de los principales puntos críticos del informe se encuentra la situación del talento humano en educación inicial ya que, la rotación laboral es alta, los salarios no reflejan las exigencias del trabajo, y las oportunidades de formación y progresión profesional son limitadas; en promedio, únicamente 20% de los docentes declara sentirse plenamente preparado para atender a niños en situación de desventaja.
“En términos de formación, al menos en ciudades como Bogotá, los docentes están en su mayoría muy bien formados, han accedido a programas de becas, a universidades acreditadas de alta calidad, pero esto no es una realidad para todas las zonas del país”, afirmó Vargas.
El informe busca generar conciencia de la importancia de la educación inicial ya que esta debe ser vista como una política de largo plazo con efectos económicos diferidos, pero sustanciales, por ello, los gobiernos necesitan trazar trayectorias claras que articulen acciones, indicadores y resultados esperados en diferentes etapas para así obtener resultados positivos en las próximas décadas para los países de la Ocde.
Fue un tema a tratar en la Cumbre Internacional sobre la Profesión Docente
La educación de primera infancia fue uno de los principales temas a tratar durante la Cumbre Internacional sobre la Profesión Docente realizada en Islandia. El encuentro, liderado por el Ministerio de Educación e Infancia de ese país, la Ocde y la Internacional de la Educación, reunió a ministros, líderes sindicales y especialistas para analizar cómo fortalecer la profesión docente y responder a los desafíos educativos del siglo XXI, reflejando así la importancia de una buena educación primaria para tener resultados en el futuro.