Globoeconomía

Personas de más de 40 nacionalidades intentan descubrir en Atacama cómo nació el universo

Camilo Giraldo Gallo

“Alma es el ejemplo de que el futuro de la astronomía es la colaboración internacional”. Así define Elise Servajean Bergoeing, estudiante de doctorado de la Universidad de Chile, al proyecto astronómico más grande y ambicioso que se ha hecho en la historia: el telescopio Atacama Large Millimeter/submillimeter Array: Alma.

Elise es una de esas personas privilegiadas que pueden saber primero que el resto del mundo cuándo, cómo y dónde nace o muere un planeta. El derecho lo ganó no solo por ser astrónoma y haber sido elegida para encontrar cómo se forman las estrellas más grandes del universo, sino también por su condición de chilena. Este país es el anfitrión de muchos de los más poderosos telescopios del planeta y algunos lo consideran la capital mundial del telescopio.

“Uno de nuestros muchos recursos naturales es el espectacular cielo nocturno de Chile”, señaló el presidente Sebastián Piñera en la inauguración de Alma el pasado 13 de marzo.

Con un costo de US$1.300 millones a lo largo de 10 años, pagado por Europa, Norteamérica y Asia del Este, el Alma podrá arrojar datos durante tres décadas para descubrir secretos sobre el origen del universo.

“Lo más retador del proyecto son las nacionalidades porque son más de 40 diferentes, todas con una percepción distinta de las cosas. A veces no estamos totalmente de acuerdo en cuanto a las metas, lo que podría ser una receta para el desastre. Pero esto es algo que estamos haciendo para la humanidad. Estamos buscando conocimiento y siempre llegamos a acuerdos”, relató Diego García, astrónomo español que trabaja desde hace seis años en el proyecto.

Cada uno de los cuatro socios de la iniciativa tiene derecho al uso del telescopio durante un tiempo determinado de acuerdo con lo que hayan aportado: Europa y Norteamérica, que pusieron cada uno 37,5% del dinero, están primero; luego está Asia del Este, que puso 25%, y finalmente Chile que es el anfitrión y podrá usarlo 10% del tiempo.

¿Cómo funciona Alma?
El desierto de Atacama, no solo es famoso por los 33 mineros que sobrevivieron a sus entrañas, sino que tiene una de las mejores condiciones atmosféricas para hacer astronomía. En el mundo solo es superado por la Antártica, pero ese lugar representa muchas dificultades logísticas y de acceso. El estar ubicado a 5.000 metros de altitud y ser muy seco, ayuda para que las longitudes de onda de la luz puedan ser captadas mejor.

“Con los telescopios sucede que los descubrimientos más importantes son los que no se ha podido predecir”, dijo García.

Con 66 radares, que pueden tener distancias entre ellos de 150 metros a 16 kilómetros, se recogen radiaciones que no son perceptibles al ojo humano y son procesadas por un computador que tiene más de 134 millones de procesadores. Así se muestran imágenes de estos objetos.

Chile no fue la única opción para Alma
Cuando se empezó a buscar un lugar para desarrollar el telescopio más potente del mundo, los científicos de Alma revisaron varios países en busca del que tuviera las mejores condiciones atmosféricas. Dentro de los sitios contemplados estuvieron Australia, Sudáfrica e incluso Argentina, entre otros. Finalmente fue Chile con su desierto de Atacama el ganador de los honores, pues sus condiciones de altura y clima permiten que puedan hacerse estudios durante más tiempo al año. Hoy el telescopio funciona las 24 horas del día.

Las opiniones

Diego García
Astrónomo de Operaciones de Ciencia de Alma

“Lo más retador son las nacionalidades porque son más de 40 diferentes, todas con una percepción distinta. Pero esto es algo que estamos haciendo para la humanidad”.

Elise Servajean Bergoeing
Estudiante de doctorado, Universidad de Chile
“Alma es el ejemplo de que el futuro de la astronomía es la colaboración internacional. Se necesitan muchas personas para lidiar con tantos datos. La gente se une para hacer más”.