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¿Quién ganó el referendo: Cameron, Brown, las grandes empresas...o Salmond?

Expansión - Madrid

Tras meses de complacencia y seguridad en la victoria en la consulta escocesa, Cameron tuvo que cambiar de estrategia hace dos semanas ante el temor al avance de la opción independentista liderada por Alex Salmond.

Dos argumentos utilizó el bando unionista en esos días finales para evitar la ruptura del país. Por un lado, Cameron movilizó a los grandes bancos y empresas de Reino Unido para que salieran en púbico a advertir de los riesgos de la secesión. Entidades como RBS y Lloyds amenazaron con cambiar su sede de Edimburgo a Londres, ante el temor a que una Escocia independiente no pudiera seguir utilizando la libra. Compañías como Telefónica, Tesco y Marks & Spencer advirtieron que el coste de sus productos y servicios subiría si la región optara por la separación de Reino Unido.

La otra vía de ataque unionista fue comandada por el Partido Laborista. El escocés Gordon Brown, primer ministro británico entre 2007 y 2010, tomó las riendas de la campaña que hasta entonces lideraba el poco carismático Alistair Darling, quien fue ministro del Tesoro en el Gobierno del propio Brown. En sus vehementes intervenciones en los días previos a la consulta, Brown ofreció la transferencia de más poderes al Gobierno y Parlamento escoceses, pactada con los conservadores, incluyendo la cesión de una gran autonomía fiscal.

Todo ello facilitó la movilización en contra de la independencia de los votantes de clase media escocesa, muchos de los cuales habían apoyado al Partido Nacionalista Escocés de Salmond en las elecciones regionales de 2011, o se habían abstenido en esos comicios. El temor al impacto económico de la secesión y la oportunidad de tener un mayor autogobierno sin los riesgos de la separación total convenció a ese bloque. Esto explica la amplia victoria del No en las zonas más prósperas de Escocia como Edimburgo y Aberdeen.

Por el contrario, el primer ministro escocés Alex Salmond se concentró en la campaña en ganar a los tradicionales votantes laboristas, ofreciendo un mayor gasto público y una mejora del estado del bienestar en un nuevo estado independiente. Gracias a ello, el apoyo a la secesión ha sido mayoritario en tradicionales bastiones de la izquierda como Glasgow y Dundee, zonas con más paro por el cierre de muchas industrias en las últimas décadas. Pero la débil respuesta de Salmond a las incertidumbres sobre la economía y sobre el futuro de la libra le quitaron votos en otras zonas del país.

A simple vista, por tanto, Cameron parece un claro ganador frente a Salmond. Pero la promesa de más poderes para Escocia puede crear problemas internos al primer ministro conservador, ya que algunos parlamentarios de su partido se oponen a ello o piden como compensación que Inglaterra también tenga su propia autonomía. Gales e Irlanda del Norte podrían realizar peticiones similares. Todo ello puede hacer que Cameron tenga que diseñar un modelo de estado cuasi federal. Al menos, Cameron ha evitado una derrota que podría haber forzado su dimisión, asumiendo la responsabilidad por aceptar en 2012 la celebración del referéndum.

Salmond, por su parte, partía con pocas esperanzas de victoria y su derrota queda endulzada por la promesa de transferencia de más poderes a su Gobierno.

Los laboristas quedan dañados por la huida de muchos de sus votantes escoceses al bando nacionalista, cuando apenas faltan ocho meses para las próximas elecciones parlamentarias. Si se mantiene esta situación, los nacionalistas escoceses podrían enviar varias decenas de diputados a Westminster en mayo de 2015, convirtiéndose en la llave del Gobierno británico, papel que ahora tienen los liberal-demócratas. En este escenario, Salmond se convertiría en una especie de Jordi Pujol escocés, con poder absoluto en su región y condicionando las políticas del Gobierno central.

Por la respuesta de los mercados, parece que los inversores y grandes grupos sí salen reforzados del referéndum. La Bolsa de Londres sube, con RBS encabezando el avance.