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Tensa relación entre Francia e Italia podría ser obstáculo para la fusión de los grupos Renault-FCA

El audaz intento de crear el tercer mayor fabricante mundial de automóviles corre el riesgo de verse afectado rápidamente por la tensa relación entre el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y los líderes euroescépticos de Italia

Reuters

La fusión que propuso Fiat Chrysler a Renault por US$35.000 millones animó a los inversores, generó el apoyo condicional de París y Roma y obtuvo, incluso, un respaldo cauteloso de los sindicatos.

Sin embargo, detrás de todo este optimismo, el audaz intento de crear el tercer mayor fabricante mundial de automóviles corre el riesgo de verse afectado rápidamente por la tensa relación entre el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y los líderes euroescépticos de Italia.

Si bien el viceprimer ministro italiano, Matteo Salvini, calificó la propuesta de fusión como una "operación brillante", es probable que las fábricas italianas de Fiat, subvencionadas por el Estado, asuman la mayor parte de los ahorros de costos relacionados con la producción.

FCA y Renault dijeron esta semana que los más de 5.000 millones de euros (US$5.600 millones) de ahorro anual provendrían principalmente de la combinación de plataformas, la consolidación de inversiones en sistemas de propulsión y electrificación y los beneficios que implicará el crecimiento de la nueva empresa.

Salvini y el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, que calificaron el acuerdo como una "buena oportunidad" para construir un líder europeo del sector industrial capaz de competir con China y Estados Unidos, destacaron que quieren garantías para proteger los empleos locales.

"No todos los días estoy de acuerdo con Salvini", aseguró Le Maire, cuyo gobierno parece tener la llave para cerrar el acuerdo.

En lo que respecta a los recortes de empleos, Francia se verá favorecida por su participación actual del 15% en Renault, cuya mayor eficiencia en sus cinco plantas francesas la coloca en una mejor posición para manejar el exceso de suministros, la desaparición del motor a gasolina y las inversiones necesarias para fabricar vehículos eléctricos y de conducción autónoma.

"Tomará muchos, muchos años conseguir ahorros reales y la inquietante realidad y operativa a menudo puede abrumar el potencial de estas nuevas entidades", dijo Max Warburton, analista de Bernstein, sobre el plan de FCA-Renault para competir con la japonesa Toyota y la alemana Volkswagen .

¿Ventaja para Francia?
Una fuente de FCA informó que los líderes políticos de Roma fueron informados poco antes de que el acuerdo se hiciera público, lo que contrasta con el conocimiento que tenía de la operación el gobierno francés, ya que el presidente de Fiat Chrysler, John Elkann, le comunicó la propuesta a Renault hace algunas semanas, según un funcionario galo.

No está claro qué tan avanzadas fueron las conversaciones secretas entre las firmas en esa etapa o qué oportunidad tuvo Le Maire para establecer líneas rojas, pero sin duda refleja la necesidad de FCA de contar con el respaldo de Macron.

Esto también le dio tiempo a Francia para preparar su posición y Le Maire fijó el martes cuatro condiciones para la aprobación estatal, entre ellas la protección de los empleos en las fábricas francesas.

Por su parte, Salvini dijo que Roma podría comprar una participación en la nueva compañía para defender los intereses nacionales.

Según la propuesta de FCA, Elkann, descendiente de la familia Agnelli, presidiría el grupo fusionado, mientras que el presidente de Renault, Jean-Dominique Senard, probablemente se convierta en presidente ejecutivo, de acuerdo a fuentes.

"Fantasía económica"
Si bien Le Maire parecía estar bien informado sobre los planes de fusión, las autoridades italianas parecían tener cierto desconocimiento y la sugerencia de Salvini de que Italia pueda tener la misma participación que Francia mostró las preocupaciones sobre la influencia que tendría Roma en la nueva empresa.

En medio de los problemas presupuestarios de Italia y su renovada disputa con Bruselas por las normas presupuestarias de la zona euro, algunos funcionarios franceses rechazaron calificar la apuesta italiana como una falacia, aunque uno la describió como una "fantasía económica".

Hay indicios de que el esfuerzo por salvar empleos se centrará en las fábricas. Le Maire exige que no se eliminen "empleos o plantas industriales" en Francia, lo que deja margen para despidos en áreas más ejecutivas y de ingeniería, así como a la reducción del tamaño de algunas plantas.

Le Maire instó a los sindicatos a analizar la potencial creación de empleos en una empresa con la capacidad financiera para ser un actor global en el sector de las baterías eléctricas y en la fabricación de automóviles de conducción autónoma.

Aun así, no está claro qué tan realistas son las demandas de protección laboral para los obreros dada la "superposición sustancial de productos y plataformas en Europa", dijo el analista de UBS David Lense.

Renault ha mejorado la competitividad de sus plantas francesas, eliminando 8.000 empleos a través de salidas voluntarias desde 2013 y reduciendo las líneas de producción para disminuir la sobrecapacidad.

Las mayores emisiones de dióxido de carbono también pueden centrar la atención en las plantas de FCA, ya que la compañía combinada buscaría hacer frente a unas regulaciones más estrictas y a los grandes cambios tecnológicos.

"Estos desafíos son potencialmente grandes y constituyen un problema mayor para FCA que para Renault, que no necesita reestructurarse en Francia y que tiene emisiones de CO2 mucho menores", dijeron analistas del Deutsche Bank en una nota.

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