Wirecard: primer escándalo financiero protagonizado por una Fintech
sábado, 27 de junio de 2020
Un gran hueco de US$ 2.131 millones en su contabilidad provocó que su capitalización se destruyera de forma estrepitosa
El Economista - Ciudad de México
Envuelta en un escándalo contable al no poder comprobar ante el regulador un monto de US$ 2.131 millones Wirecard se convirtió en la primera empresa del índice bursátil DAX que presenta una solicitud para declararse insolvente. En la actualidad la compañía analiza la misma posibilidad para las filiales de Wirecard Group.
Su situación ha despertado la discusión sobre su rápido ascenso y posicionamiento en la bolsa y también sobre qué tan confiables son las empresas Fintech. Algunos ya califican esta noticia como una vergüenza para Alemania, pues cuestionan el nulo funcionamiento que mostraron las leyes y el desempeño del ente regulador BaFin.
Destrucción de capital
Las acciones de esta compañía que cotiza en la Bolsa de Fráncfort cerraron el 17 de junio con un precio de US$ 11.724 por título. Al día siguiente comenzaron a transformarse en basura. La empresa anunció la suspensión de su director de operaciones, Jan Marsalek, y pospuso su reporte financiero 2019 por desajuste de cuentas.
"Hay indicios de que se han proporcionado confirmaciones de saldos espurios desde los bancos tenedores de cuentas al auditor para engañar y crear una percepción errónea de la existencia de dichos saldos de efectivo o la tenencia de las cuentas en beneficio de las empresas del grupo Wirecard", explicó en un comunicado.
Agencias como Europa Press informaron que después de una auditoría, la empresa EY no consiguió hallar pruebas sobre US$ 2.131 millones en sus cuentas fiduciarias, casi 25% de su balance contable. Las operaciones de ese día quitaron al precio de sus títulos 61.82% y así comenzó el desplome, hasta 1.28 euros el viernes pasado.
Antes de la debacle, el valor de mercado de Wirecard ascendía a US$14.585 millones. Hoy la cifra ha caído a US$177.266 millones. Entre los principales afectados por Wirecard se menciona a ejecutivos de SoftBank, un fondo de riqueza soberana de Abu Dhabi, DWS, gestor de patrimonios, y Union Investment, de DZ Bank.
De acuerdo con el diario Expansión, de España, Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la Comisión Europea, dijo en entrevista con Financial Times que se abrirá una investigación para determinar si BaFin falló en su labor de supervisión. A pesar de constantes denuncias de fraude, BaFin se concentró en indagar a periodistas del sector.
La compañía fue acusada de irregularidades contables en Asia y de blanqueo de dinero a comienzos de 2019 por el diario británico Financial Times. Las acusaciones comenzaron cuando un informante contactó al diario para informarle sobre las anomalías dentro de la empresa que fue considerada el PayPal de Alemania.
El fraude contable se confirmó cuando la empresa intentó reportar sus cifras financieras de 2019 y el auditor EY (Ernst & Young) halló el agujero contable y rehusó firmar el reporte. Esto forzó la renuncia de Markus Braun exCEO de la compañía, el 19 de junio, quien fue prófugo de la justicia hasta el martes, cuando se entregó.
Braun habría presentado información falsa ante los clientes e inversionistas de Wirecard. Los supuestos activos se habrían mantenido en cuentas fiduciarias en bancos filipinos, los cuales negaron posteriormente la existencia de esas cuentas ante los requerimientos de su auditor, según la agencia de noticias alemana dpa.
El exdirectivo pagó una fianza de US$5.609 y quedó libre para llevar su proceso bajo la acusación de fraude contable y manipulación del mercado. El empresario de origen austriaco deberá reportarse semanalmente con la policía de Múnich mientras se encuentra bajo investigación por las autoridades alemanas.
Wirecard es uno de los principales procesadores de pagos de Alemania. Se trata de la primera empresa integrante del índice DAX en declararse en bancarrota, y esto sucede a menos dos años de haberse convertido en una de las 30 emisoras más importantes de la bolsa de Fráncfort, necesario para integrarse al índice.
Marcus Braun llegó a Wirecard en 2002, procedente de la consultora KPMG. Se volvió CEO tras realizar una importante inversión para capitalizar la compañía. Con Internet, el crecimiento fue exponencial y en 2005 la empresa salió a bolsa al adquirir la compañía InfoGenie AG, que cotizaba en un mercado para startups.
En 2007 comenzó la expansión internacional, que fue clave para sus fraudes, con su filial en Singapur. En 2014 se incursionó en Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica y Turquía. En 2018, ante el supuesto buen desempeño del negocio -que se reflejó en bolsa-, la acción de Wirecard reemplazó al banco Commerzbank en el DAX.
En febrero de 2019 Financial Times comenzó a desenredar el entramado de Wirecard, que incluía movimientos de capital entre sus filiales de diferentes países con el fin de simular crecimientos en sus cifras de negocio. Se ignoraron las acusaciones ante el furor que causó la tecnológica nacida en una economía industrial.
Los medios cuestionan el desempeño del ente regulador financiero BaFin y las leyes laxas en la materia. BaFin, que no supervisa de forma directa a Wirecard, a pesar de que el grupo posee un banco, no atendió las constantes acusaciones. En Alemania se requiere un monto de solo US$56.096, para abrir una compañía de pagos.
El vicepresidente y vocero de la Comisión de Tecnologías Financieras y Emergentes del Colegio de Contadores Públicos de México (CCPM), José Díaz Cuadra, afirmó que en el caso de Wirecard, el problema fue la falta de control operativo en un negocio que creció vertiginosamente, impulsado por su lanzamiento a bolsa.
“Wirecard era una Fintech enorme. Al lanzarse al mercado de valores, la compañía se vuelve valiosa como inversión. Una empresa exitosa basada en tecnología crece rápido, pero si entra a bolsa este efecto es mayor, lo que puede significar un problema si no se somete a controles de riesgo adecuados”, explicó.
De acuerdo con este experto, el reto para las entidades reguladores es seguir el paso a negocios nuevos, que crecen a un ritmo mayor que la regulación, sin que las reglas del sector se vuelvan prohibitivas e impidan su desarrollo. “Esto sólo se consigue con un conocimiento del mercado, que llegará con la experiencia”.