Futuro e impacto de la infraestructura
viernes, 15 de noviembre de 2019
En miras a una política pública de inversión consciente en infraestructura, las vías secundarias y terciarias deben tener un protagonismo significativo para que el impacto en el PIB sea notablemente superior
José Ignacio Nieto García
Actualmente, se desarrolla en nuestro país la puesta en marcha de los proyectos viales de cuarta generación (4G). Este conjunto de proyectos, representa a la actualidad el plan de inversión en infraestructura más ambicioso en la historia con un monto que supera los $50 billones. Los proyectos 4G planteados en 2015, centran sus esfuerzos en la construcción, mantenimiento y operación de vías primarias. Sin embargo, una inversión en infraestructura consciente plantea orientar los planes de gobierno y políticas públicas de igual manera hacia el mejoramiento de la red de vías secundarias y terciarias, con el objetivo de incentivar la producción interna de las regiones y mejorar las condiciones de cohesión territorial en Colombia.
Las vías secundarias y terciarias en Colombia, equivalen a aproximadamente diez veces la red primaria de la nación en términos de longitud y sus puntos de origen-destino cubren gran parte del territorio nacional, conectando incluso poblaciones y centros de producción considerados aislados respecto al contexto de la red principal de carreteras.
Así, según cifras presentadas en el Plan Maestro de Transporte Intermodal (Pmit), la longitud total de la red primaria es de 17.434 Km; en contraste con la red de vías secundarias y terciarias, que suma aproximadamente 187.421 Km. Esta última, representa el único tipo de infraestructura existente para el transporte de personas, bienes, servicios y en definitiva la única salida de commodities al mercado hacia las diferentes fases del proceso de transformación de materia prima. Esta situación se presenta en los diferentes departamentos cuyo PIB por habitante es significativo como el caso de Casanare, Meta, Santander, Cundinamarca y Antioquia con una producción promedio de 26,8% (Dane).
De esta manera, en cada uno de los departamentos independiente de su potencial respecto al PIB, se deben dirigir los esfuerzos del gobierno, de las instituciones técnicas que lo soportan y de todos los sectores, hacia la integración del territorio y fortalecimiento económico a partir de la inversión en infraestructura vial a corto y mediano plazo. Este aporte, consolidado en estudios y operaciones en campo, tiene como alcance el mantenimiento general de la vía, su superficie de rodadura y actividades como: restitución de cunetas para evitar afectaciones en época invernal, recuperación de las zonas de calzada afectadas por eventos climáticos, mantenimiento de puentes, entre otros. Así, se garantizará de manera básica las condiciones mínimas para un transporte efectivo y seguro desde las pequeñas regiones hacia el mercado nacional.
Finalmente, en miras a una política pública de inversión consciente en infraestructura, las vías secundarias y terciarias deben tener un protagonismo significativo para que el impacto en el PIB sea notablemente superior a las proyecciones esperadas con los planes de inversión actual que se encuentran en el orden de 0,8% con el mejoramiento de la red primaria. Adicional al impacto en la producción interna, este plan consciente traerá efectos significativos en la situación actual de cohesión territorial, accesibilidad y costos de transporte de mercancías. Estos impactos, se extrapolan directamente en la realidad social, el desarrollo regional y la apertura a mercados internacionales en un marco de fortalecimiento de esta dinámica por parte del Gobierno de turno y sus planes de gestión de recursos e impactos positivo con la más alta relación beneficio costo.