Comercio electrónico y la “última milla”
sábado, 17 de abril de 2021
El comercio electrónico puede apalancar su operación a través de las “aplicaciones de última milla” -como Rappi, Mensajes Urbanos o Pibox-, que le dan a las marcas la posibilidad de hacer envíos de manera inmediata
Juan José Cabal
De acuerdo con la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico (Ccce), las ventas en línea tendrían un crecimiento de 16% durante 2021, lo que supone una facturación superior a los $20 billones. Si bien este cálculo contempla una eventual normalización de la actividad y anticipa que no se darían picos de consumo como los que se experimentaron entre abril y julio del año pasado, es muy diciente que el sector pueda sostener un crecimiento de doble dígito en medio de uno de los rezagos más grandes de la historia económica del país.
Con dicha previsión en mente, y con la intención de seguir consolidando al comercio electrónico como un aliado estratégico del aparato productivo, vale la pena considerar la evolución que ha tenido la industria del auto-almacenamiento (self-storage); la cual, gracias a su incursión en entornos urbanos de alta densidad, le permite a los negocios digitales alcanzar un mayor grado de cercanía con sus consumidores, lo que se traduce en más dinamismo y eficiencia.
En ese sentido, si se tiene en cuenta que el promedio actual para envíos en ciudades como Bogotá y Medellín es de tres días hábiles, y que en el caso de las ciudades principales está entre cinco a siete días laborales, es claro que aún existe un amplio margen para que el comercio electrónico pueda ofrecer una experiencia más acorde a los ritmos del mercado contemporáneo.
En el contexto colombiano, los grandes complejos industriales y las zonas francas desde donde se abastecen las compras en línea están ubicados a las afueras de las ciudades capitales -lo que condiciona la capacidad de despacho de las diferentes tiendas-, sin embargo, en un buen porcentaje de los casos, los mismos almacenes podrían hacer las veces de un centro de distribución, ya que tienen la mercancía que se está comercializando. Es en este escenario, precisamente, en donde la logística del auto-almacenamiento cobra relevancia, pues por medio de bodegas y mini bodegas, ubicadas en los sitios de mayor concentración poblacional, permite que las marcas pueden tener un inventario suficiente para satisfacer la demanda citadina en cuestión de minutos.
Esta infraestructura, al estar totalmente digitalizada, permite un acceso sin necesidad de llaves, en cualquier horario, con absoluta trazabilidad y a un precio competitivo. De esta forma, el comercio electrónico puede apalancar su operación a través de las “aplicaciones de última milla” -como Rappi, Mensajes Urbanos o Pibox-, las cuales le dan a las marcas la posibilidad de hacer sus envíos de manera inmediata y la medida de las necesidades de cada comprador.
Un ejemplo de esta modalidad, es la plataforma omnicanal que tendrá el centro comercial Nuestro Bogotá en asocio con M3storage. Allí, con más 500 metros cuadrados para almacenamiento y una operación totalmente administrada desde una aplicación móvil, las diferentes marcas de esta locación podrán capitalizar todo el potencial que ofrecen las empresas de “última milla”, al poder despachar de manera instantánea hacia todo el occidente de la capital.
En medio de la necesidad por reactivar el engranaje productivo del país, es alentador encontrar que uno de los mayores aliados de la economía durante los periodos de aislamiento: el comercio electrónico, cuente con un jugador que puede seguir potenciando su aporte. La posibilidad que abre la “última milla”, más que ser una ventaja de mercado, es otro motivo para creer que el anhelado rebote del PIB es posible.
Country manager de M3storage