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Así es la enorme brecha salarial entre mujeres y hombres en el deporte

Reuters

Entre los 100 deportistas que más dinero ganan en el mundo... sólo hay una mujer.

El Economista - Ciudad de México

Una de las principales demandas formuladas este año en el Día de la Mujer: el fin de la brecha salarial entre hombres y mujeres, es una reivindicación que asumen como propia cada vez más deportistas, cansadas de resignarse a cobrar por premios y patrocinio una ínfima parte de lo que reciben sus compañeros.

El hecho de que entre los 100 deportistas con más ingresos del mundo figure sólo una mujer, la tenista estadounidense Serena Williams, o que el patrocinio del deporte femenino suponga apenas 0.4% del total demuestra que, en este sector, la brecha es profunda. Y, para quienes la sufren, dolorosa.

Según Forbes, el deportista que ganó más dinero en el 2017 fue el futbolista portugués Cristiano Ronaldo, jugador del Real Madrid que se embolsó 93 millones de dólares. Hay que bajar hasta el puesto 51 para encontrar a Serena Williams, que ganó 27. No hay más mujeres en la lista de los 100 que más facturaron.

El tenis es, precisamente, uno de los deportes que aparentemente más se ha esforzado por igualar los premios, aunque la realidad no es tan positiva. Es cierto que los cuatro Grand Slam ya equipararon sus bolsas para hombres y mujeres, pero en otros torneos del circuito las diferencias se mantienen.

La rumana Simona Halep, que acabó el 2017 como número uno del ranking mundial, acumuló en ese ejercicio premios por 5.27 millones de dólares. Su equivalente en el ranking masculino, el español Rafael Nadal, se llevó 12.7.

La brecha se acentúa a medida que se desciende en la clasificación mundial. El número 100 del mundo, el francés Jeremy Chardy, lleva ganados 77,487 dólares este año. La número 100, la estadounidense Sachia Vickery, 26,030.

También en el circuito de golf las diferencias en premios son notables.

El torneo PGA de Pebble Beach de este febrero, en el que participó el número uno mundial Dustin Johnson, tenía una bolsa de 7.4 millones de dólares, de los que 1.3 estaban reservados para el ganador. Unos días antes la china Shanshan Feng, líder de la clasificación femenina, participó en el Clásico de Bahamas de la LPGA, que distribuyó 1.4 millones 210,000 dólares para la vencedora.

Hasta en el ajedrez hay casos. La jugadora ucraniana Anna Muzychuk, que renunció a defender el título mundial de partidas rápidas y relámpago como protesta al trato que se da a la mujer en Arabia Saudí, sede del torneo, también se ha quejado de que el Mundial femenino reparta premios ocho o nueve veces inferiores a los del masculino.

Los organizadores culpan de estas diferencias a los patrocinadores y a los grupos que compran los derechos de televisión, quienes, a su vez, se escudan en las audiencias. Pero lo cierto es que las pruebas femeninas no siempre compiten en igualdad de condiciones con las masculinas.

Los campeonatos mundiales y los Juegos Olímpicos han reservado tradicionalmente las mejores fechas, los horarios preferentes y los días menos cargados del calendario para las finales masculinas.

En los recientes Juegos de PyeongChang, los hombres jugaron por la medalla de oro en hockey un domingo, el día de la clausura y sin más deportes en disputa. La final femenina, en cambio, se programó un jueves, a la misma hora que el eslalon masculino de esquí alpino.

Las ganadoras de esa final, las estadounidenses, se plantaron en marzo del 2017, en vísperas del mundial, en demanda de un sueldo y una mejor cobertura sanitaria.

El futbol no escapa al trato discriminatorio ni en premios ni en salarios, ni en la base ni en la élite. El último Mundial femenino, el de Canadá en el 2015, repartió 15 millones de dólares en premios; el masculino que se disputará en Rusia este próximo verano dispone de una bolsa de 791. Casi 53 veces más.

La selección que ganó en Canadá, la estadounidense, se llevó 2 millones de dólares; la que levante el trofeo el 15 de julio en Moscú recibirá 38.

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