Bebidas ancestrales en sus cocteles, entre los ases bajo la manga de Tres Cuatro Cinco

Con ocho meses en el mercado local, Tres Cuatro Cinco, ubicado en Bogotá, ha puesto en el plato de sus comensales propuestas variadas, en las que el fuego, la brasa y la parrilla son, a la vez, hilo conductor y sello personal.

Camilo Currea, chef y cofundador del lugar, explica que la idea de resaltar el fuego como elemento surge de su importancia histórica para transformar los alimentos y además, abrir espacio a la reunión social, el baile o la conversación alrededor de la mesa.

“Nos enfocamos en carnes, tenemos una amplia oferta de carnes importadas y usamos una parrilla a fuego vivo de leña que nos permite tener un mejor sabor. La acogida ha sido muy buena, la gente está consumiendo ideas nuevas y se está volviendo un consumidor más exigente”, dice Currea.

En la carta de proteínas el esfuerzo también se ha visto en la oferta de pescados y mariscos, que según cuenta el chef, se ampliará aún más en lo que resta del año de la mano de pescadores de Bahía Solano que hacen pesca sostenible, con la meta de cautivar a aquellos que prefieren los sabores del mar.

Otro factor común en los platos de Tres Cuatro Cinco ha sido la implementación del sabor local con ingredientes típicos colombianos en el mundo dulce y salado, lo que también ha llegado a la barra con la reivindicación de los licores ancestrales incluidos en sus cocteles.

“Estamos haciendo coctelería con tragos colombianos ancestrales como el liche, el chirrinchi y otros impregnados en nuestra cultura colombiana, la idea es mostrar el producto local y a los pequeños productores artesanales”, cuenta Currea.

‘El Cacha’ es uno de los ejemplos, en el que se mezcla el chirrinchi, mermelada de maracuyá, mix de cítricos y Peychauds. Para el chef, la propuesta no solo ha dado una buena experiencia al gusto, sino también hace que se vean estos licores desde una perspectiva distinta.