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Bonhams subasta la colección personal de Laurent Bacall

Ripe

Las estrellas también tienen ídolos. Lauren Bacall recordaría toda su vida la primera conversación que tuvo con el suyo, el escultor inglés Henry Moore. “La operadora dijo que estaba al teléfono. No podía creerlo. Dije: ‘¿De verdad eres Henry Moore?’. Y él respondió: ‘¿De verdad eres Lauren Bacall?’”.

La anécdota desvela la faceta menos conocida de la actriz (Nueva York, 1924-2014), la de amante del arte y coleccionista, y vaya si lo era, no hay más que echar un vistazo a las fotos del apartamento en el edificio Dakota en el que vivió desde los años 60. Cada rincón, cada centímetro de pared albergaba una pieza, de aquí y de allá, arte africano, dibujos, escultura, pintura, figuras animales, fotografía, muebles... Obra de Henry Moore, por supuesto, al que finalmente conocería en persona, momento que calificó como uno de los más importantes de su vida, un sueño cumplido, y con el que llegó a trabar amistad. 

Pero también cerámica de Picasso, litografías de Hockney, fotografía de Avedon y Mapplethorpe, los cuadros del argentino Andrés Segovia que colgaban en su dormitorio, una gallina con sus polluelos en porcelana china, herramientas para la chimenea, marcos de plata, libros, jarras de cerveza alemanas, espejos...

La mayoría se someterá a puja y martillo los próximos martes y miércoles, más de 700 lotes que incluyen joyas y efectos personales -como algunos vestidos o un juego de bolsas de viaje de Vuitton- valorados en US$3  millones. Exactamente son 740 lotes. 

Es un número considerable para una sola residencia”, confirma Jon King, vicepresidente de Bonhams Nueva York, casa que organiza la subasta, e implicado personalmente en ella. 

Muchas veces cruzó las imponentes puertas de caoba del cuarto piso del Dakota para visitar a Betty Joan Perske, nombre real de la actriz, y en casi todas acababa descubriendo alguna pieza en la que no había reparado hasta entonces. “Nos encontramos cada dos o tres semanas durante cinco años. 

Hablábamos de arte y antigüedades, pero con el tiempo, empezamos a charlar de muchos otros temas”, recuerda ahora. Lógico que los herederos (Leslie y Stephen, de su matrimonio con Humphrey Bogart, y Sam, de su segundo marido, Jason Robards) confiaran en él para desprenderse de la enorme colección atesorada por su madre. “En vida no hablamos de hacer una subasta. La decisión es de sus hijos. Ellos han elegido una serie de obras que conservan”. 

La crónica social y la crítica cinematográfica coinciden en que el encuentro Bacall-Bogart, 19 años ella, 45 él, en el rodaje de Tener y no tener (1944) marcó vida y carrera de la actriz. 

La reseña artística acaso refuerza ese antes y después: el carismático actor fue en parte inductor de la afición de su mujer. “Se casaron e inmediatamene se enfrentó a la tarea de crear un hogar”.