Cinco planes para hacer en Curazao que van más allá de sus playas
viernes, 25 de octubre de 2019
Según cifras de la Oficina de Turismo de Curazao, el año pasado llegaron 28.000 colombianos
Carlos Gustavo Rodríguez Salcedo
Aunque hay varios mitos alrededor del color característico de las fachadas de la capital de la isla, la historia más aceptada fue la orden que impartió el gobernador Albert Kikkert en 1871, quien decretó que ninguna vivienda fuera pintada de blanco porque el resplandor que producían con el sol podría causar ceguera y dolores de cabeza. Desde entonces, se empezó a forjar uno de los principales atractivos de la isla, con casas a la orilla del mar con colores como el rosado, el amarillo, el anaranjado, el azul, entre otros, que pintan a la capital y que rememoran a los canales de Ámsterdam
En Curazao, puede visitar a la destilería en Landhuis Chobolobo y conocer su proceso de producción. Al final del recorrido puede preparar su propio coctel. Los navegantes españoles llevaban consigo una alta dosis de vitamina C y naranjas para evitar malestares en sus viajes. Cuando llegaron a la isla, intentaron cultivar naranja, pero la calidad del suelo de Curazao dio un árbol con un fruto verde, agrio y espinoso. La cáscara del fruto de la Laraha, como se le bautizó, empezó a usarse para producir el licor característico de la isla. En Curazao, puede visitar a la destilería en Landhuis Chobolobo y conocer su proceso de producción. Al final del recorrido puede preparar su propio coctel.
Una isla con un tamaño cuatro veces más pequeño que Bogotá es uno de los territorios autónomos que tiene entre sus principales turistas a los colombianos. Se trata de Curazao, un lugar que en 2018 logró ingresos por US$974 millones en términos de turismo y que hasta junio de este año había recibido a más de 230.000 visitantes. Las casas coloridas de su capital Willemstad, su historia y hasta el sabor de su licor, hecho a base de la corteza de un tipo de naranja amarga, forman parte de los atractivos que están atrayendo a los colombianos.
Después de los estadounidenses y los holandeses, los viajeros provenientes desde Colombia se están empezando a convertir en uno de los promotores del sector. Según cifras de la Oficina de Turismo de Curazao, en 2018 llegaron 28.000 colombianos, con la expectativa de que esta cifra suba a los 39.000 al finalizar este año. Y más si se tiene en cuenta que en los próximos meses al menos dos aerolíneas anunciarían vuelos desde Medellín y Barranquilla, para complementar el vuelo que sale desde Bogotá y el crucero que llega desde Cartagena.
Además, Colombia está adquiriendo más importancia tras el cierre de la frontera entre Curazao y Venezuela, en medio de la crisis que vive el gobierno de Nicolás Maduro y luego de que la isla fuera uno de los centros de acopio de la ayuda humanitaria que intentó ingresarse.
Por ello, pese a que aún las cifras son muy bajas, la expectativa es desarrollar un mayor intercambio comercial, ahora que las puertas venezolanas se cerraron, uno de los principales orígenes desde donde importaban los curazaleños. Incluso, según cifras de Migración Colombia, con corte a 2017, 12,84% del turismo colombiano se realiza en la isla por motivos de negocios, hasta el punto que compañías locales como On Vacation ya tienen presencia en este destino.
Los museos que puede visitar y los lugares donde debe cenar
Curazao fue un territorio descubierto en 1499 por España, en una expedición que comandaron Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa y Américo Vespucio, quienes originalmente le dieron el nombre de la Isla de los Gigantes. Esta historia puede conocerla en el Museo Marítimo, que deja ver la importancia que ha tenido el mar para la isla. Otro de los planes infaltables al conocer un lugar nuevo es probar la comida local. Para hacerlo, puede visitar la Plaza Bieu y dirigirse al local Zus di Plaza, uno de los más conocidos de la isla. Allí podrá probar desde sopa de Giambo, guisados de pollo, carne o chivo hasta filetes de mero o pardo.
El color de sus fachadas
Aunque hay varios mitos alrededor del color característico de las fachadas de la capital de la isla, la historia más aceptada fue la orden que impartió el gobernador Albert Kikkert en 1871, quien decretó que ninguna vivienda fuera pintada de blanco porque el resplandor que producían con el sol podría causar ceguera y dolores de cabeza. Desde entonces, se empezó a forjar uno de los principales atractivos de la isla, con casas a la orilla del mar con colores como el rosado, el amarillo, el anaranjado, el azul, entre otros, que pintan a la capital y que rememoran a los canales de Ámsterdam.
Un licor con naranja amarga
En Curazao, puede visitar a la destilería en Landhuis Chobolobo y conocer su proceso de producción. Al final del recorrido puede preparar su propio coctel.
Los navegantes españoles llevaban consigo una alta dosis de vitamina C y naranjas para evitar malestares en sus viajes. Cuando llegaron a la isla, intentaron cultivar naranja, pero la calidad del suelo de Curazao dio un árbol con un fruto verde, agrio y espinoso. La cáscara del fruto de la Laraha, como se le bautizó, empezó a usarse para producir el licor característico de la isla. En Curazao, puede visitar a la destilería en Landhuis Chobolobo y conocer su proceso de producción. Al final del recorrido puede preparar su propio coctel.
Selle su amor en el puente Emma
Si está enamorado y quiere darle un toque especial a su relación, puede acercarse al puente de la Reina Emma en donde encontrará una figura en forma de corazón. En él, las parejas de todo el mundo se acercan para sellar su relación con un candado. La figura, aunque es de 2017, ya está repleta y complementa el atractivo del puente, que une a los barrios de Punda y Otrobanda y que tiene aberturas para permitir el tráfico de cualquier tipo de barco. El puente fue construido originalmente en 1888 y fue restaurado entre 2005 y 2006.