Cultura

De Ucrania a Argentina y de España a Colombia, entre las charlas del Hay Festival 2023

Hay Festival

Escritores, periodistas y fotógrafos se dieron cita la semana pasada en el hay festival de Cartagena, que esta vez invitó a sus participantes a imaginar el mundo después de la pandemia del covid-19

Leticia Ossa Daza

*Colaboración Especial

El “Woodstock de la mente”, como llamó Bill Clinton al Hay Festival, año tras año, reúne a intelectuales de Iberoamérica y del mundo para reflexionar, intercambiar, debatir y generar ideas respecto a los retos que enfrenta Colombia y el mundo.

Estas mentes inspiradoras comparten sus vivencias, opiniones, sus libros y análisis conversando al vaivén de la brisa del mar y bajo un clima propicio para la creatividad humana, cobijados por el realismo mágico de Cartagena de Indias.

Me di a la tarea de venir este año y de sumergirme en el Hay Festival que invitó a sus participantes a imaginar el mundo después del Covid-19. Estas líneas recogen lo que algunos personajes me compartieron en mi primera experiencia como entrevistadora. Hablamos de la guerra, de la maternidad, de comida, de música, del silencio, del tiempo, en resumen, de la vida.

Entre ellos, hay tres mujeres que representan a la mujer contemporánea: independientes, empoderadas, mujeres reales y vulnerables. A cada una desde sus propias perspectivas, vivencias y pasiones las une su autenticidad.

Este es un resumen de las conversaciones que tuve durante el festival.

Escritora convertida en reportera de guerra: Victoria Amelina

Victoria Amelina es una escritora ucraniana de 37 años que, debido a las circunstancias, ha tenido que transformarse en reportera de guerra y activista para mostrar y denunciar lo que está pasando en su país, lugar que no ha abandonado a pesar de la invasión. Me explica, con la misma pasión con la que habla de sus obras y de su hijo de 11 años, que vive en el exilio, en Polonia, que su equipo de trabajo está en Kyiv y que debe estar con ellos.

Con firmeza, declara que es su deber cubrir “el ataque del gigante, del 'bully' y estar al frente para dar la batalla con coraje y valentía”. Hablamos de lo que es vivir en guerra -los colombianos no somos ajenos-, del dolor, de la resiliencia, de la sobrevivencia, del miedo a perderlo todo, del miedo a perder la vida.

Victoria Amelina - Hay Festival

Es su primera vez en Colombia. Me explica que es difícil imaginar la guerra desde la aparente tranquilidad que se siente en esta ciudad mágica. Parece que “estoy en otro planeta”, dice. En el 2014, abandonó su carrera en el sector de software y tecnología para dedicarse exclusivamente a escribir.

En el 2021, ganó el premio de literatura Joseph Conrad (fue fundado en 2007 por el Instituto Polaco en Kyiv), que se otorga a los escritores ucranianos que muestran consistencia en la realización del proceso creativo, innovación y por la universalidad del contenido de sus escritos.

Su trabajo literario incluye, entre otros, dos obras notables “Fall Syndrome” y “Dom’s Dream Kingdom”. Estas obras abordan, entre otros temas, la historia de Lviv después de la Segunda Guerra Mundial y como su población cambió debido al Holocausto, y la relación conflictiva con Rusia, que se niega a reconocer la independencia del pueblo ucraniano.

La historia de Ucrania, la reinvindicación de esta como una nación independiente están ligadas a su trabajo literario. Y así, esta mujer que es madre, escritora y guerrera sigue luchando con sus palabras e iniciativas como “Fight Them with Poetry”. Terminamos la entrevista y le digo que admiro su honestidad, me responde que “es más fácil ser honesta que ponerse máscaras y fingir”.

Los crespos como símbolo del proceso de la autoaceptación: Indhira Serrano

Empiezo por felicitar a Indhira por su cumpleaños y, rápidamente, entramos en confianza. Esta entrevista se transforma en una charla entre amigas. Indhira Serrano, colombiana, es una mujer multifacética y de estilo único, cálido y relajado. Es actriz, modelo, escritora y conferencista. Como actriz, la hemos visto en telenovelas como “La traición” y “El clon”, de Telemundo; “La Costeña y el Cachaco”; “Azúcar” y ha participado en películas como el “Amor en los Tiempos del Cólera” y en obras de teatro.

Esta mujer, que reivindica su herencia afro-colombiana con su cabello crespo al natural, y quien, como decretó su abuela, “menos mal era inteligente porque bonita, no”, empezó modelando por sugerencia de un amigo. El modelaje, que muchos califican como superficial, fue para Indhira su salvación pues “le enseñó otra dimensión de su ser”. Además, fue el comienzo de un proceso de autoaceptación y de crecimiento personal que la han llevado a querer compartir sus vivencias como conferencista y a escribir.

Indhira Serrano - Hay Festival

“Reconstruyendo Imaginarios”, como se llama su campaña en pro del respeto por las diferencias, busca reconstruir imaginarios sociales, reformar esta “sociedad de istas” en la que vivimos: una sociedad racista, clasista, machista, discriminatoria y de desigualdades sistémicas.

Justo hace poco escuché el Ted Talk de America Ferrera, actriz estadounidense de origen latino que interpretó a “Ugly Betty” (versión americana de “Betty La Fea”) en el que cuenta cómo era discriminada en los castings por no ser “lo suficientemente latina” o “ser demasiado latina” y cómo llegó a creer que era ella quien tenía un problema.

Cuando Indhira salió de Colombia se da cuenta de que esos supuestos defectos y problemas, no lo son. Estos fantasmas se esfuman y descubre que su 'superpower' es su identidad, son sus raíces, ¡es su cabello! Que nada de esto es un obstáculo.

Durante nuestra conversación, habla con naturalidad y firmeza de su proceso, de cómo estos diferentes momentos de su vida la han hecho crecer, cómo la actuación le ha permitido ponerse en los zapatos de sus múltiples personajes, en el lugar del "otro", y esa empatía la mueve a seguir creando y compartiendo su colección de libros "Así soy yo".

En "Rosa la crespa", su primer libro infantil, Indhira le da voz a la niña cuyo pelo, supuestamente indomable, tratan de reprimir y la deja ser auténtica, soltarlo y encontrar su propia solución. No la que los otros esperaban y buscaban imponer.

Terminamos hablando del gran reto que es combinar el trabajo, el ser madre, pareja. La clave está en "hacer lo mejor que puedo" y en tener un compañero de vida que "me deja ser, no el falso príncipe azul que nos quieren imponer". Gran consejo que nos ha tomado años y esfuerzo entender: ¡somos humanamente imperfectas!

“Cocido y Violoncello” y el valor del esfuerzo: Mercedes Cebrián

Mercedes Cebrián es una escritora y traductora española que ha publicado tanto relato, como poesía y novela. Esta licenciada en periodismo y quien ha recibido galardones por su trabajo y múltiples becas, entre ellas una para la creación literaria en la Academia de España en Roma, se declara una aprendiz insaciable.

"Aprender y seguir aprendiendo", me dice. Esa es la forma de desafiar el tiempo y de "romper las barreras que nos ponemos".

Sus creaciones literarias son variadas: “Cul-de-Sac”, “13 viajes in vitro”, “El genuino sabor”, “La nueva taxidermia”. También, colabora con medios como El País de España y ha traducido varias obras. Y, aún así, desafía al tiempo, aprendiendo a tocar el violonchelo a una edad a la que, al parecer, ya es muy difícil hacerlo (valga anotar que Mercedes tiene educación musical y no empezó completamente desde cero).

Mercedes Cebrián - Hay Festival

El violonchelo la lleva a emprender una nueva aventura en donde el esfuerzo y la persistencia son sus guías. Me dice que en lo que respecta al valor que le da al esfuerzo ella es parte de la vieja guardia, que a sus 52 años es una convencida de que con disciplina y constancia se obtienen resultados. Así es, afirmo. Tiene que preocuparnos el facilismo y el inmediatismo.

"No se puede acelerar el proceso", me dice. "El cocido" toma su tiempo y tiene una forma de prepararse. Le pido que me hable de su libro "Cocido y violonchelo", publicado el año pasado. Es un elogio de dos de los principales placeres terrenales: la música y la comida. Mercedes cuenta su experiencia con el violonchelo y la música clásica y la importancia de las tradiciones culinarias, de los “guisos que no pasan de moda”.

Pasamos a hablar de las redes, le cuento que hace poco hablé de la epidemia digital en una de mis columnas. Cebrián me suelta una reflexión: "parece que no has tenido una experiencia si no la compartes". Le confieso que caigo en esa necesidad acelerada e incontenible de compartir. Me suelta otra reflexión con su estilo directo: "Instagram es como un cuchillo: puede servir para cortar jamón del bueno en finas lonchas o para autolesionarse". Preocupante, pues creo que el riesgo de autolesionarse es grande.

Justo cuando empezamos a hablar de los idiomas, y me cuenta que está prendiendo hebreo, nos dice que se ha acabado el tiempo y que tenemos que terminar nuestra charla. Me quedo con ganas de saber más sobre sus viajes, experiencias, obras. Tanto por hablar. Su curiosidad es contagiosa. Le hago rápidamente la pregunta cliché (soy novata en esto de las entrevistas): ¿que le dirías a la Mercedes de 5 años? "Sé paciente", me dice. Cualidad que sigo tratando de aprender.

Me despido y busco de inmediato (impacientemente) su cuenta en Instagram, la encuentro: Mercedes Cebrián, Enajenación y eficacia//Escritora-dibujanta-cellista-diletante-peluches//Quizá sefardi// Madrid. ¿Dibujanta? No me digas que también dibuja. ¿Diletante? ¡Claramente! Reviso sus posts, fotos de viajes, comidas, perros callejeros -recuerdo que me dijo que no tenía una mascota por sus múltiples viajes-, dibujos, evidencias de una vida de exploración. Deseo seguir aprendiendo y retando al tiempo.

La oda al silencio: Pablo d’Ors

Hace un mes una gran amiga me regaló un libro, la “Biografía del Silencio” de Pablo d’Ors, un escritor español que cuenta su camino hacia la meditación y cómo el silencio es fundamental para acallar nuestras mentes y nuestras vidas.

Me encanta y lo comparto con algunos amigos y con mi equipo en Nueva York, sin imaginarme que dos meses después estaría hablando con este escritor español en el Hay Festival en Cartagena. Pablo no estaba en mi lista de personas que quería entrevistar, pues era limitada y al ojear el programa rápidamente -en medio de las transacciones de M&A en las que trabajo en Nueva York (mi trabajo real)- no vi su nombre.

Pablo d’Ors - Hay Festival

Al percatarme que estaba en Cartagena y que estaría en la Sala de Prensa, me puse en la tarea de aplicar la paciencia de la que Mercedes me habló y lo esperé. Lo veo llegar y rápidamente me lanzó. El consejo de amigos periodistas fue “insiste”, “persiste”. Le digo quién soy, reportera de La República, y su fan.

La práctica del silencio me ha ayudado en los momentos más difíciles de mi vida y me ha salvado de “burn-outs”. La trato de practicar cada día. Le insisto. Pablo, con calidez, me invita a caminar con él mientras se dirige a su entrevista (la que sí estaba agendada).

Sabiendo que el tiempo es poco le pregunto sobre la meditación, me dice que para él, como práctica de silenciamiento, unida al ejercicio lento de lo cotidiano “son caminos hacia la plenitud y la consciencia”. Abrazar la lentitud como modo de vida. Vivimos aturdidos por tantos mensajes, sonidos, palabras, imágenes y necesitamos un tiempo de digestión, continúa. Nos interrumpen y debo dejarlo ir, no sin antes invitarlo a venir a Nueva York, ciudad que conoce bien pues realizó parte de sus estudios en esta ciudad.

Me quedo de nuevo con la curiosidad de saber más y las ganas de participar de su meditación, pues debo regresar a Nueva York. Camino al aeropuerto, leo sobre su invitación a "abrazar la lentitud".

D’Ors dice que "vivimos y actuamos rápidamente, con nuestra atención puesta en lo que viene después. De esta manera, la vida se convierte en una carrera de obstáculos". Es mi lucha constante, me digo, vivir el presente y estar presente.

Pablo d’Ors es el autor de numerosos libros y ensayos sobre el silencio, la luz, el autoconocimiento y la meditación. Entre sus numerosos proyectos fundó “Amigos del Desierto”, una red de meditadores con cerca de un millar de seguidores. Conocerlo fue un regalo más que me dio el Hay Festival. El corto momento que tuve para compartir me reforzó mi necesidad de seguir encontrando esos espacios de quietud y silencio en el bullicio neoyorquino.

El ávido lector, el fotógrafo entre escritores: Daniel Mordzinski

Me encuentro con Daniel Mordzinski, quien me invita a sentarnos en las escaleras del Centro de Convenciones de Cartagena después de un largo día. Daniel es un artista argentino, conocido como “el fotógrafo de escritores” y durante su carrera ha fotografiado a grandes como Ernesto Sábato, Mario Benedetti, Isabel Allende, Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Gioconda Belli, Ida Vitale. En fin, la lista es interminable e intimidante para una primeriza como yo.

Soy una fan y coleccionista de artistas latinoamericanos y he seguido su obra con atención. Mordzinski se caracteriza por fotografiar a los escritores en lugares que se salen del lugar común: sentados en la cama o debajo de las cobijas, en una bañera o mirando por la ventana o en un estadio de fútbol. Sus creaciones fotográficas las denomina "Fotinski" y cuando le pregunto sobre su proceso anterior a realizar la fotografía, me explica que "su metodología consiste en la falta de metodología". Más es un ávido lector y el leer el trabajo literario de sus fotografiados, les permite crear una conexión con ellos.

Daniel Mordzinski - Hay Festival

Parte de su originalidad radica en sacar a los escritores de "su pose", proponiéndoles una "mega pose" como, por ejemplo, que se tire al agua, que salte o que se meta dentro de la cama, como le propuso a Mario Vargas Llosa. Me reitera que a pesar de no existir una receta para proponer estas “mega poses” el haberlos leído sirve para acercarse a ellos.

Me comparte “una pequeña anécdota”, lo escucho con fascinación. Mario Vargas Llosa lo invitó a Estocolmo cuando iba a recibir el Premio Nobel de Literatura. Mordzinski oye que Vargas Llosa comenta que alguien vendrá de la Fundación del premio para ayudarle a ponerse el frac, pues no se trata de un frac cualquiera (no todos los días se recibe un Premio Nobel). Momento “fotinski”.

¿Cómo convencer a Vargas Llosa para fotografiarlo sin caer en el ridículo y respetando al gran escritor y amigo? Se le ocurre, al ser fan de los toros, que se vistiera como los toreros y que su nieto Leandro hiciera de mozo de espadas, como si el frac de rigor fuera un traje de luces.

¡Momento 'fotinski' logrado!

Otra forma de convencerlos para que hagan una "mega pose" es pedirles que posen como alguno de los personajes de sus libros, imposible negarse. Así sus lecturas le sirven para crear con picardía y generar un diálogo que hacen de sus fotografías obras originales.

Le pregunto lo típico: ¿por qué fotografiar escritores? Daniel, con amabilidad (claramente ha respondido a la misma pregunta millones de veces), me ofrece una respuesta original: "no he logrado escribir lo que siento, ni traducir mis sentimientos en palabras y entonces tengo que hacerlo en fotografía, pero en el fondo creo que es la manera que encontré para acercarme a los escritores que admiro".

Cada foto tiene una historia, me relata su encuentro con Jorge Luis Borges. Vas a una firma de libros, me dice, hablas de un personaje y terminas tomándote un café con él. En medio de la conversación le dices que quieres fotografiarlo y este no te pregunta el porqué.

En la actualidad el acto de fotografiar se ha banalizado, anota que las firmas de libros parecen venir con un "kit" que incluye la anhelada selfie con ganas de “llevarse un trocito” de los escritores. Me confiesa que él también, como los jóvenes de nuestra época, quiere "quedarse con un trocito".

Daniel Mordzinski logra que los escritores que fotografía se salgan de su rol de escritores y por un momento se conecten con un lector que los admira y respeta. Su lente logra capturar y fijar en el tiempo (bien dice Daniel que "nosotros cambiamos, las fotos no") 'fotinskis' irreverentes, momentos que sólo él puede retratar.

Y aquí termina mi aventura por este año. Espero regresar el próximo y sumergirme de nuevo en el mundo del Hay Festival.

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