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Discotiendas para muchos años

Colprensa

Hay gente para la que el apego al pasado es como un alimento espiritual. Pasan horas en un almacén haciendo una selección de discos y, cuando los pagan, sienten que compraron ratos de felicidad para varios años, cuando no, para toda la vida.

Son los coleccionistas. Esos personajes para los que nada reemplaza el valor genuino y artístico detrás de un disco.

Por ellos es que sobreviven las discotiendas. Esos espacios que desaparecen poco a poco con cada descarga en servidores de música. Los coleccionistas son el oxígeno de la música como la conocimos, la música hecha objeto.

Lo dice Eliécer Perdomo, propietario de Hit Musical y de Archivo Musical, en el centro de la ciudad, dos de las tiendas más respetadas por los melómanos de Medellín.

"Llevamos 25 años en el negocio y no tenemos intenciones de desaparecer. Nos debemos a nuestros clientes y creo que todavía nos buscan porque saben de la constancia en el trabajo y el conocimiento que tenemos del tema musical", dice Eliécer.

Este empresario asegura que los coleccionistas no serán jamás una especie en extinción. "Estamos muy convencidos de que este comercio va a durar mucho en el mercado musical. Igual pienso sobre las disqueras, creo que sobrevivirán al tema de internet".

Aguante mundial

Perdomo sabe, por sus contactos en Japón, que ese es el lugar del mundo que mueve más comercio por venta de discos y que ha sabido luchar contra la piratería y mantener la industria a flote.

Y así parece demostrarlo el reciente informe de la agencia Efe, que muestra que durante 2012 se produjeron en el país nipón 215,17 millones de discos compactos, un 9 por ciento más que en 2011, por un valor de 224.600 millones de yenes (unos 1.850 millones de euros o 2.515 millones de dólares).

Un elemento que, a juicio de este experto, demuestra el nuevo florecimiento de la industria disquera, es el retorno de los vinilos. "La calidad del sonido es distinta, la calidad de los cidís es buena, pero luego de varias décadas se confirmó que el vinilo conserva el brillo sonoro de todos los instrumentos y eso es de mucho valor para el melómano".

El apoyo a lo local

Los dueños del Almacén Karioka, que nació hace 22 años como discotienda, le han jugado trampas al destino. "Empezamos trayendo música por encargo, sobre todo para los coleccionistas. Ese proceso tardaba 15 días o más. Hoy es muy duro competir con la posibilidad que tiene la gente de descargar en cinco minutos un trabajo discográfico completo", dice Cristina Cárdenas, administradora desde hace 10 años de este negocio en el Paseo La Playa, también en el centro.

"Entonces lo que hacemos ahora es atender el público que disfruta del género urbano. Vendemos los discos de los artistas locales de hip hop, ellos vienen con su trabajo y acá nos encargamos de promoverlo, ponemos sus afiches, exhibimos todo lo que tiene que ver con ellos. Acá también se vende la ropa que a ellos les gusta, es un negocio especializado".

Para ella, mientras a su almacén entren todos los días clientes preguntando por los artistas que promueven, está lejano el día en que se mueran las discotiendas.

Así piensa también Wilson Sánchez, coordinador comercial de almacenes La Música, los únicos, junto a Prodiscos, que sobreviven en el esquema de centro comercial o almacenes de cadena.

"Este es un segmento para coleccionistas y para la gente que valora tener el objeto físico. Veo muy lejano el día en que las discotiendas se acaben".