Ocio

El arte de la guerra, ejemplificado con ferocidad

Iván Bernal Marín

Wall Street está militarizado y en manos de China, la primera potencia económica global, que además es la principal benefactora de Estados Unidos, el nuevo tercer mundo. Todo en un futuro poco lejano y bastante posible, por cuenta del imperio económico de un inversionista brillante, el descendiente de Sun Tzu.

Sí, el mismo general que por allá en el siglo V antes de Cristo escribió un libro de estrategia militar, que se convertiría en referente universal para ayudar a entender las distintas conductas y roles del individuo ante cada escenario de confrontación, sea familiar, sentimental, deportivo, empresarial.

Se dice que de la sabiduría de esa obra original bebieron Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung, entre otros. Uno de ellos, el escritor Kelly Roman, que reinterpretó los principios clave de esa icónica obra en una novela gráfica; un trepidante y sanguinario thriller de ciencia ficción. Dibujos descarnados, escenas que rayan en lo terrorífico y reflejan la depresión extendida por un apocalipsis financiero.

Caras trastocadas en un reino de la asimetría. Libro que se convierte en un comentario crítico sobre el alcance de las batallas lideradas por bancos, bolsas de valores y multinacionales. Los conflictos entre naciones se alejan cada vez más de los misiles y los tanques; las batallas y la superioridad se definen hoy en otro campo: pantallas, indicadores bursátiles y estados financieros.

El trabajo de Roman presagia un mundo donde las guerras son enteramente económicas, y la tecnología rebosa lo imaginable, al servicio exclusivo de la dominación empresarial. Nano-drones y hormigas empleadas para descifrar algoritmos del mercado, en medio de sombras que se desgarran entre frases de lucidez milenaria.

“No repitas las tácticas que te han dado la victoria, deja que tus métodos los regule la infinita variedad de las circunstancias”.  Los principios de Sun Tzu acompañan los dibujos como metáforas, esclarecedoras sobre lo que está pasando. Y, con el contexto de la historia, cumplen a cabalidad la función original de entrenar a cualquiera sobre las tensiones y conflictos que definen la vida. Es el arte de la guerra, ejemplificado con crueldad real.