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“El cine colombiano sí es negocio para los empresarios”

Salud Hernández Mora

El cine es un sector que crece a pasos agigantados. El potencial es enorme si pensamos que aún en la inmensa mayoría de municipios no hay teatros y en los que ya existen -solo en 40- el número de salas y espectadores es todavía bajo. El director Colbert García estrena en noviembre la comedia “La justa medida”, su segundo largometraje. El primero -“Silencio en el paraíso”- ganó varios premios internacionales.

¿Por qué debe invertir una empresa en una película?
Hay dos leyes que generan importantes incentivos tributarios que pueden llegar al 60%. Una para inversionistas y donantes en largometrajes colombianos y se aplica a partir de cualquier monto. Y una segunda que promueve el territorio nacional para rodar películas. En ese caso sí se exige inversión mínima de US$600.000.

Sin esas leyes, ¿sería posible hacer tantas películas como en los últimos tiempos?
No, el fondo de desarrollo cinematográfico del Ministerio de Cultura le ha metido unos US$200 millones en diez años. Pasamos de rodar tres películas nacionales de promedio al año, a veintitrés en 2012. Entre más se produce, mayor profesionalización. Y es con fondos del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo con lo que se promueve Colombia como territorio de filmaciones. Están viniendo producciones norteamericanas y hay participación de personal técnico colombiano y actores locales. Antes eso no era posible.

¿Qué cuesta rodar un filme normal colombiano?
Entre $1.200 y $1.600 millones.

¿Si aparece en el filme una marca es porque les pagan?
Es un placement. El empresario, por ejemplo, aporta $300 millones y le devuelven el 165% en descuentos tributarios, con lo que recupera un dinero; si su producto aparece en la película, la inversión está bien retribuida. También puede haber trueques.

¿Cuántos espectadores necesita una cinta para cubrir gastos?
Unos 250.000. Hay que educar al público colombiano que se crio con la idea de que casi siempre era malo y ya no es así porque se ha venido desarrollando toda una industria.

¿El cine es un buen sector para invertir o estamos lejos?
Todavía estamos lejos pero hay un crecimiento de empresarios metiendo dinero y logrando beneficios tributarios. Hay que seguir generando confianza porque es un negocio naciente y es comprensible la desconfianza.

¿De dónde salen los inversores, de amigos, del propio bolsillo?
De amigos empresarios, de gente que quiere el cine. Pero es un sector que tiene todo por crecer.

¿Qué es más importante para una película, la distribuidora o las salas?
Un buen distribuidor te coloca las películas en las buenas salas, pero debería existir para las producciones colombianas una cuota mínima de permanencia en teatros, como ocurre en Europa. Si hay tantos estímulos del Estado y no se ve reflejado en los espectadores, hay un cortocircuito. Necesitamos esas cuotas para protegernos frente a las grandes producciones norteamericanas.

¿Cuántas semanas mínimo?
La primera semana marca lo que será el comportamiento de la película. Si marcas bajo, te la quitan, no te dan posibilidad de recuperarte y frente a esos monstruos extranjeros que gastan más en promoción que en producción, es muy difícil competir.

Si soy inversor, ¿en qué me tengo que fijar para saber si una película colombiana tendrá éxito: elenco, guión, director?
Lo fundamental es la historia y lo segundo, el casting, aunque hay comportamientos impredecibles en taquilla. Lo que está claro es que lo mejor funciona es la comedia.

Estrena el 1 de noviembre “La justa medida” ¿Cuánto costó?
$1.200 millones, promoción incluida, y tuvimos inversores como los empresarios Luc Gerard y María Nevett. Si los productores diseñan películas rentables, pensando en el público, es negocio para los empresarios.

¿Sólo cine para masas es negocio?
También puede ser rentable un cine arte. Uno hace cine popular para poder hacer el otro cine, el del alma, que es más arriesgado y no tiene tanto atractivo para los inversores.