Ocio

El hotelero que sirvió al sultán de Malasia

María Alejandra Solano Vargas

Al entrar al hotel Barceló de Los Cabos, se escuchaba una cumbia colombiana y una mujer alzaba su vestido de lino rojo con líneas negras dejando ver todo el esplendor de su falda; al fondo, una china poblana que parecía pintada por Frida Kahlo completaba el cuadro. La unión de dos culturas en un solo lugar, reflejo de la nostalgia que ha llevado consigo un hotelero casi desconocido en su país natal, y que ha forjado su carrera entre reyes, barcos y revueltas por todo el mundo.

A pesar del cansancio por las horas de viaje, el aspecto desarreglado y con un único deseo (buscar una cama), la periodista se sintió reconfortada con al agasajo. Entonces, se le acercó un hombre de aspecto casual, bajo, canoso y sonriente. “−¡Ay!, ¿esta es la revista de esta semana? −Sí… −Es que mi papá me dijo que yo había salido ahí”. Era Hernán Vanegas Pastrana, gerente del hotel y organizador de la bienvenida, cuya foto ocupaba un cuarto de página en el artículo ‘Empresarios de exportación’.

Si mientras hacía su bachillerato y trabajaba como recepcionista en el hotel Tequendama de Bogotá, alguien le hubiera dicho que la vida lo llevaría a Ginebra, Las Vegas, Singapur, Filipinas y Katmandú, en el rostro de Vanegas se habría dibujado la misma sonrisa escéptica que cuando vio su nombre en la revista. Este pereirano ciudadano del mundo ha vivido experiencias que podrían compararse con películas como Yo serví al rey de Inglaterra, Hotel Ruanda y Titanic. La mayoría de ellas, lejos del país que lo vio nacer.

Dado que en Colombia no existía la carrera de hotelería, Jean Pierre Stauffer, gerente del hotel Tequendama entre 1967 y 1971, le sugirió a Vanegas que se fuera a estudiar a la Escuela Hotelera Lausanne en Suiza. Gracias a un préstamo del Icetex, Vanegas se embarcó en el primero de sus muchos viajes alrededor del mundo.

Tras graduarse, y sumar experiencias en Estados Unidos, Canadá y Colombia, realizó su primera apertura hotelera en el Contadora Resort & Casino de Panamá. En sus palabras, y con humilde entusiasmo, sostiene: “Como hotelero aprendí que en las aperturas es en donde más se exige y en donde más puedes tú aprender; puedes realizar lo que has aprendido. Hoy en día llevo siete aperturas en mis hombros”.

No obstante, también ha vivido cierres de los cuales ha aprendido mucho, como el que ocurrió en Katmandú, Nepal. Allí, se gestó una revolución que trató de derrocar al Rey, dueño del hotel que él administraba. Los rebeldes estaban decididos a atacar. Venían con antorchas. Entonces, uno de los músicos empezó a tocar el violín para calmar los ánimos y Vanegas comprendió que era su momento para hablarle a los huéspedes: “Nada va a pasar, déjenlos quemar el hotel; ellos van a respetar nuestras vidas”.

Recuerdos que hoy llenan su mirada de entusiasmo. Ya aplacada la cumbia, y sin haberse tomado ni un vaso de agua, cuenta que entre cierres y aperturas, entre Panamá y Nepal, se le fue colando el “homesick”, así que decidió irse a Cartagena para abrir un restaurante-bar en la Calle del Arsenal y ser él, el representante de una venta de jugos.

Fue la época en que mataron a Galán y el turismo colombiano empezó a caer; vendió su negocio a un chef francés y volvió a Asia. Se unió a la cadena de hoteles Mandarin Oriental de Singapur y, como administrador del hotel Istana, tenía listos los cubiertos de oro y las copas áureas para adornar la mesa del Sultán.

No tuvimos tiempo para otro café colombiano, ese que siempre exige en los hoteles que administra. Se despidió con un abrazo y se llevó la revista con su foto debajo del brazo. Quiere volver a Colombia a pasar sus últimos días de vida. Por ahora, encuentra en México una tierra que lo acoge y le recuerda el país que tanto extraña, porque, como él dice: “Los colombianos son los mejores mexicanos y los mexicanos los mejores colombianos”.

Pilar Alvarado
Directora de ventas hotel Barceló los cabos Palace Deluxe

“Es una persona muy humana, cálida y de buen corazón. Es un colombiano que ama su país, pero sigue siendo mexicano de corazón. Siempre ha sido una persona muy humanitaria”.