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Esta es la icónica pieza de moda local que pronto se quedaría sin fabricantes

Gráfico LR

La mala remuneración para algunos agentes en la cadena productiva del sombrero aguadeño podría ser una de las causas que está marchitando la mano de obra

Juan Camilo Quiceno

Un auténtico sombrero aguadeño puede ser elaborado entre 15 y 30 días, es una labor que demanda experticia, precisión y amor por la tradición.

Sin ánimo de iniciar una controversia académica, hay quienes piensan que el valor final de un producto, desde tiempos remotos, depende de la cantidad de trabajo para crearlo. Es así que, épocas del trueque, un artesano no intercambiaba una red para pescar, tejida durante semanas, por una fruta silvestre que podía recogerse sin mayor gasto de esfuerzo.

Al parecer, la mala remuneración para algunos agentes en la cadena productiva del sombrero aguadeño podría ser una de las causas que está marchitando la mano de obra. La otra puede ser la falta de interés entre los más jóvenes por aprender la técnica; un asunto que también guarda relación con la utilidad del ejercicio.

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El periodista Ángel Castaño recorrió el municipio de Aguadas, Caldas, cuna del icónico sombrero y narró a LR que "Allí se nos mostró como se realiza el sombrero y hay diferentes tipos. El más barato puede costar hasta $130.000 y a medida que sube la calidad de la Palma de Iraca, el precio puede llegar hasta los $700.000"

"Hay dos cosas importantes para señalar al respecto: una, es la edad de las mujeres que lo confeccionan, que superan los 50 años, es decir, muchas son de la tercera edad. La otra es que por la cantidad de trabajo versus los recursos que se generan, no hay mucho interés entre las nuevas generaciones en aprender el oficio. Eso quiere decir que en algunos años, es muy probable que la tradición entre en crisis", añadió.

En su viaje, pudo atestiguar que todavía es muy arcaico el proceso para blanquear la fibra de Iraca, una labor a cargo de los llamados ripiadores: el proceso se realiza con azufre, generando afectaciones para la salud. Por ese motivo, hay trabajadores que prefirieron trazarles otros rumbos a sus descendientes.

"En la actualidad, según fuentes del municipio, hay unas siete familias dedicadas a este oficio. Y en ese proceso de blanqueo intervienen químicos que pueden causar afectaciones pulmonares. En una finca que visitamos, una de las ripiadoras nos contó que no les recomendó a sus hijos seguir este camino", relató Castaño.

Detrás de la artesanía que encierra el sombrero aguadeño, todavía existe una actividad productiva y un elemento que hace parte de la marca regional. De manera que su potencial extinción podría cambiar las dinámicas económicas.

Entorno a esta pieza de la moda nacional, empiezan a emerger algunas rutas turísticas que detallan la historia y el proceso de elaboración. Pero sin un relevo generacional, la exhibición de las tejedoras podría finalizar en cuestión de un par de décadas.

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