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Fue un sentido adiós para un colombiano ejemplar

El Colombiano

El Réquiem, con música del maestro Mauricio Mejía, acompañó la procesión con las cenizas de Jorge Hernández Restrepo en su entrada hasta el altar mayor de la Catedral Metropolitana.

La Basílica Metropolitana de la Inmaculada Concepción de María, en el Parque de Bolívar, se llenó ayer para despedir a un prohombre antioqueño, a este colombiano ejemplar que tuvo un corazón más grande que sus 1,85 de estatura, movido siempre por la responsabilidad social en cada uno de sus actos.

La ceremonia religiosa, que fue concelebrada por siete sacerdotes, tuvo la calidez musical de la Sinfonía In Memoriam, con la Coral María Adelaida Mejía, dirigida por ella, y del violinista y director de la nueva Orquesta Sinfónica de Antioquia, Camilo Giraldo. 

Monseñor Ricardo Tobón recordó que el paso de Jorge Hernández dejó honda huella no solo en el seno familiar sino también en la sociedad en general. 

"El vivió de amor a su familia, de trabajo honesto, de servicio generoso, de responsabilidad social para con los pobres y más necesitados, de esperanza y de pasión por la educación". 

Expresidentes de la República, autoridades militares y civiles, empresarios, familiares, amigos, periodistas, empleados, jubilados e innumerables beneficiarios de sus obras en el campo educativo le rindieron homenaje al empresario, político y filántropo.

"Pocos hombres como Jorge Hernández Restreporepresentan la honestidad a todo cabal", resaltó el senador Juan Carlos Vélez, quien compartió múltiples facetas de la vida política del empresario antioqueño.

Para muchos de los presentes, Jorge Hernández fue un papá. "No solo nos enseñó y nos dirigió por el camino correcto, sino que supo confiar en nosotros. Sabía con quién contaba y por ello sabía delegar", resaltó la periodista Martha Luz Posada.

Ejemplo de compromiso, de lealtad, liderazgo y servicio, Jorge Hernández Restrepo descansó en paz dejando como legado innumerables enseñanzas de una vida regida por la honestidad, la ética y el servicio a los demás.

Partió a su encuentro con la esperanza de vida eterna en medio de los acordes del Ave verum corpus de Wolfang Amadeus Mozart y e l Ave María de Franz Schubert.