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James Rhodes confirmó presentación en el Teatro Colón este 31 de enero

Joaquín Mauricio López Bejarano

James Rhodes formalmente es un “concertista de piano”, pero en la práctica alguien a quien, en sus palabras, la música clásica le salvó vida; por eso sus conciertos, antes que nada, son una experiencia vital, emotiva y existencial. Rhodes no tiene formación académica musical, pero es un maestro, un renovador de la música clásica que creó una forma distinta de presentar un repertorio de piano.

Como pianista, se ha presentado tanto en reconocidas salas como en venues más íntimos y modestos, ha grabado seis exitosos álbumes y su debut, Razor Blades, Little Pills and Big Pianos, fue número uno en las listas de iTunes. Pero también, desde esa otra faceta suya, escribe para The Guardian, ha protagonizado documentales para Channel 4 y la BBC, e incluso dado charlas TED.

Estas dos facetas convergen en sus presentaciones, que comienzan con un diálogo entre él y el auditorio, como preludio a la interpretación. “En mis conciertos hablo de las piezas que interpreto, por qué las he elegido y qué importancia tienen para mí, en qué contexto se compusieron”. Cada pieza musical se acompaña de una experiencia, de una anécdota fascinante, como una banda sonora al revés. Así, crea una atmósfera de intimidad con los asistentes, que transforma el concierto en una fascinante experiencia musical para cualquiera que participe de ella.

En la pasada Feria del Libro de Bogotá, Rey Naranjo Editores presentó en Colombia Instrumental. Memorias de música, medicina y locura, la intensa autobiografía de Rhodes. En ella, la narración de una vida compleja es musicalizada con una rica banda sonora que es, a la vez, una tabla de salvación. La obra, antes que nada, es una invitación: “Voy a hablar de música. Porque Bach me salvó la vida. Y yo amo la vida”.