Ocio

“La Selección muestra que pese nuestras dificultades, somos mejores que otros”

Salud Hernández Mora

Hay una euforia futbolera que ensombrece cualquier otro acontecimiento. Ni las últimas arremetidas de la guerrilla ni los rimbombantes invitados que Santos llevó a Cartagena, logran distraer a los colombianos del mejor Mundial de su historia. Diego Castrillón, el presidente de la Asociación Psicólogos con Dignidad, una entidad que nació para defender los derechos del gremio, analiza el comportamiento de los ciudadanos ante los cuatro triunfos de la Selección.

¿Por qué un equipo de fútbol levanta el optimismo de todo un país?

Porque se vuelve un símbolo patriótico. A los seres humanos nos encanta tener luchas con los vecinos, con aquéllos que tenemos diferencias culturales y el hecho de ganarle a otro significa que soy mejor. Genera identidad, liderazgo, posicionamiento.

¿Un gol puede hacer más fuerza que las cifras positivas del Dane?

Pero de lejos, muy de lejos hacen más fuerza (risas). El gol da la sensación de que unos muchachos criados con aguapanela, en condiciones de mucha dificultad, en malas canchas, fueron capaces de ganar. Muestra que tan verracos somos. A pesar de la adversidad, de nuestras dificultades y carencias, logramos superarlo y somos mejores que otros.

¿La gente ve a los futbolistas como uno de los suyos?

Nos identificamos con el futbolista, lo vemos como una persona normal que de pronto logra estar en la cumbre del fútbol mundial gracias a su disciplina, a su desempeño, a su habilidad. Eso significa que sí se puede. Con constancia, persistencia, se puede llegar lejos. Nos sentimos orgullosos de unos muchachos que lograron lo que parecía imposible.

Vemos que todo el mundo viste la camiseta de su selección, ¿necesitan excusas para demostrar patriotismo o para sentir que pertenecen a algo?

El patriotismo es esgrimido de diferentes modelos, como cuando hay ruido de sables entre Colombia y Venezuela, enseguida salta esa furia patriótica de la defensa del país. En otras ocasiones es por un comentario ofensivo, porque injustamente nos quitaron el mar. Hacen efervescencia, necesitamos sentir que estamos en confluencia con todos los demás del grupo en un objetivo específico, defendiendo una causa común y con un método común de defensa. Los seres humanos escogemos por qué ser patrióticos.

Los gobiernos no tienen vergüenza en utilizar a su equipo nacional. Pueden llegar a vestir la camiseta en un Consejo de Ministros.

El gobierno se legitima a partir de lo que están ganando otros, con Nairo Quintana, Pajón y ahora con la Selección. Pero cuando pasa la efervescencia, ya no me vuelvo a poner la camiseta, ya no está de moda. Los gobiernos funcionan con golpes de opinión.

¿Será duro el guayabo si pierden y se acaba el Mundial, o durará la felicidad?

Esta vez no será tan duro porque pasamos a octavos de final y ya ganamos algo. La gente tiene la sensación de que antes nunca habíamos podido hacer esto. Hoy el orgullo es porque lo logramos.

¿Por qué la gente se enzarza en riñas cuando celebra? ¿No podemos ser como los demás?

No es el único país donde pasan estas cosas. Colombia es una nación en construcción moral, no nos ayudan ni los gobernantes ni los narcotraficantes. Nos han vendido un mundo en el que todo es posible pero torciendo las normas. Ese relativismo moral hace que tengamos excesos permanentes en distintos ámbitos de la vida. El colombiano no tiene una instancia clara de cuándo es que se debe detener. Pero también depende de cómo hemos aprendido a convivir entre nosotros en una celebración. Por ejemplo, los paisas no hemos tenido ni un solo muerto. En Medellín la calle nos pertenece, celebrar con otras personas es natural. Hay autocontrol sin necesidad de restricción de licor.

Fue más Bogotá. Somos muchos de afuera, no hay sentido de pertenencia

El argumento de que lo habitan gentes de afuera no sirve, habría que recordar que la emigración fuerte ocurrió entre los años 60 y 70. Esos tienen hijos y nietos que nacieron en Bogotá, no se puede decir que la ciudad no es de nadie. También hay que contemplar que de Mockus a Petro hay dos modalidades distintas. Mockus generaba la reflexión, el autocontrol, mientras que lo que hemos observado en los últimos es un relativismo moral espantoso.

Es más fácil prohibir que educar

Exactamente. Los mismos que lucharon contra la represión, hoy la ejercen.