Gastronomía

Las reformas de terrazas en el Parque de la 93 gracias al concepto de Azul Azteca

Las adecuaciones tardaron dos meses para abrir un espacio dedicado a la cocina mexicana pero dejando atrás recetas comunes

Joaquín Mauricio López Bejarano

Un empresario dedicado al sector gastronómico decidió cambiar sus diseños por un concepto más sofisticado y una de las terrazas más grandes en el Parque de la 93 de Bogotá. Ese fue el objetivo de Álvaro Castaño con la apertura en tiempo récord de Azul Azteca.

Durante dos meses mantuvo los trabajos concentrados en un espacio que recreara un concepto oportuno para servir cocina mexicana pero diferente a la de platos tradicionales, más allá de los burritos o fritos, y que además sumara por el estilo de las terrazas privadas más robustas de esa zona.

Los colores del lugar buscan crear una paleta de colores propia, con base en el diseño que sus mismos fundadores vieron de los mejores espacios mexicanos.

El lugar entra pisando fuerte no solo por su diseño. Azul Azteca aunque no es un tono en la paleta de colores, se da su propio papel gracias al estilo que reflejan sus paredes, las copas, iluminación, y hasta una de las barras mejor pensadas con coctelería de autor, entre otras cosas, asesorada por Manuel Barbosa, embajador de Mezcal Unión.

En cuestión de cocina, Azul Azteca recuerda esa cara de la gastronomía más sofisticada de México, la que combina sus sabores explosivos con picantes fuertes y que dejan notar la frescura de frutas y vegetales propios de ese país, pero también con un servicio preciso, bastante énfasis en la atención a la mesa sin que se pierda el más mínimo detalle, y naturalmente, que la misma carta sea variada y extensa.

Buñuelos de Langostinos, una receta innovadora al presentarlos en tempura, bañados de melado de chile ancho, sobre un crocante de tortillas y queso crema.

Por eso es que detrás del proyecto, Álvaro Castaño comparte roles con sus hermanas Alejandra y María, cocineras de profesión que también le pusieron la lupa a las combinaciones curiosas que hay en cada receta. Por ejemplo, si de entradas se trata, el lugar compite con unos buñuelos de langostinos, que redefine el concepto en sí de la palabra ‘buñuelo’, pues es un carrusel de dulces y salados poco común entre los menús de es tipo en Bogotá.

El trabajo con platos como los que van detrás de las recetas del pollo incluye baños de salsas propios del México de Puebla o las grandes ciudades.

La experiencia visual es otro complemento gracias a platos como el pollo azul, las carnes angus que llegan a la mesa con un diseño especial para mantener temperaturas y términos, o chicharrones, carnitas y tacos que pasaron por una revisión de mezclas para mostrar que en verdad es un homenaje a México. Por eso es normal que todo se cierre con un show de mariachi en vivo.

Los postres del lugar fueron pensados para completar un espectáculo visual, por eso los colores vivos siempre están presentes como una señal de los sabores dulces y suaves que finalizan la visita.

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