Pañuelo de bolsillo: por qué debería empezar a llevarlo cada día a la oficina
miércoles, 22 de mayo de 2019
La manera de ponerlo en el bolsillo debería ser alegre y desenfadada
Expansión - Madrid
Este complemento existe desde que salió la primera chaqueta con bolsillo de pecho, es decir, al menos desde el siglo XIX. Durante muchos años no ha gozado de una gran aceptación, pero el pañuelo empieza a llenar de colorido y estilo trajes y chaquetas.
Cierto que nunca se fue, pero reconozcámoslo: tampoco ha gozado, al menos, en los últimos años, de una gran aceptación. Este complemento existe desde que salió la primera chaqueta con bolsillo de pecho, es decir, al menos desde el siglo XIX. De hecho, cabe admitir que si las chaquetas se diseñaron, y se diseñan, con un bolsillo de pecho es para albergar un pañuelo de bolsillo. Aunque hay incluso hoy quien atribuye al pañuelo consideraciones sociales o políticas, la realidad es que este se ha vestido ininterrumpidamente durante décadas por todo tipo de clases e ideas. Sea por la desaparición en muchos ambientes de la corbata o, mejor sería pensar, por el refinamiento reciente de bastantes hombres, el pañuelo empieza a llenar de colorido y estilo trajes y chaquetas.
El traje, al menos en su concepción purista, no puede entenderse sin corbata y un pañuelo. Sin embargo, con unos chinos, unos jeans o, incluso, un pantalón de lana vestido, una chaqueta sin corbata resulta perfectamente correcta. Y es aquí cuando el uso del pañuelo cobra, si cabe, más protagonismo. Mientras en el traje corbata y pañuelo comparten importancia, en la vestimenta de sport es el pañuelo quien pone la nota de estilo y color.
Si en el traje la textura, el diseño y el color del pañuelo deberían de algún modo insinuar los de corbata, camisa o el propio traje, es con una chaqueta independiente cuando no existen normas y más se puede arriesgar. Las chaquetas de sport son mucho más animadas y alegres que las lisas y de colores sólidos de los trajes. Tanto su color como sus estampados animan a seguir la misma línea y dejar de lado los pañuelos de solo un color o donde el blanco sea el dominante.
La manera de ponerlo en el bolsillo debería ser alegre y desenfadada. Dejando de lado las formas geométricas demasiado pensadas -tampoco con traje son particularmente especiales- y aquella donde se enseña su costura de manera paralela al bolsillo, las opciones son tantas como se nos pudieran ocurrir. Quizás el introducirlo en el bolsillo sin dedicarle más tiempo que un par de segundos en arreglarlo sea la que mejores beneficios estéticos consiga. De esta forma se consigue el aspecto relajado y despreocupado, pero con estilo, que reclaman los conjuntos más especiales de sport. En primavera y verano los pañuelos de lana y cachemira, muy agradecidos con los tejidos de invierno, deberían ser sustituidos por los de lino y seda, o mezcla de ambos. Sus motivos, más alegres y variados. Y sus colores, alejados de los tonos pálidos y oscuros de meses pasados.
Quizá algo a lo que menos atención se presta sea a su tamaño. Resulta más fácil encontrar pañuelos de 31 x 31 cm que de 43 x 43 cm. Sin embargo, los pañuelos más pequeños, más si son de seda, se pueden escurrir fácilmente por el bolsillo terminando en el fondo de este. Por su lado, los más grandes, si bien ajustarán mucho mejor dentro del bolsillo, pueden hacer que la solapa se abra separándose del cuerpo, algo bastante feo. Si la chaqueta es a medida no habrá problema pues durante su confección se habrá probado con el tipo de pañuelo que el cliente suela vestir. Con las de confección conviene hacer la prueba antes de decidirnos por una u otra, pues tan feo resultará estar colocándose continuamente el pañuelo como observar la solapa de la chaqueta donde va el bolsillo abrirse.
Con la chaqueta y el pañuelo correcto el conjunto cobrará un aire más especial y chic, con el toque, además, de colorido y alegría que estas fechas reclaman.