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La siguiente semana se estrenará la película europea más cara de la historia

"Quiero que la gente que se pasa el día trabajando vaya a ver esta película y se olvide de todo durante un par de horas".

Expansión - Madrid

Luc Besson (Lucy, El quinto elemento) tenía 10 años cuando se enamoró de Laureline y decidió que quería ser Valerian. En los 90, mientras El quinto elemento se desarrollaba en su cabeza, los volúmenes de Valerian y Laureline, obra escrita por Pierre Christin e ilustrada por Jean-Claude Mézières, volvieron a sus manos y descubrió que eran técnicamente imposibles. "La tecnología de entonces no era lo suficientemente buena para recrear todos esos mundos y alienígenas", recuerda Besson. Pero años después James Cameron le invitó al rodaje de Avatar y la idea volvió con fuerza a su cabeza. "Recuerdo pensar: 'Algún día, volveré a la ciencia ficción con todas estas nuevas herramientas, con las que el único límite es tu imaginación".

A partir de ahí, necesitó más de seis años de trabajo para crear Valerian y la ciudad de los mil planetas, una historia de ciencia ficción con el estilo clásico de la aventura familiar y el mayor presupuesto jamás manejado por una producción europea: casi 180 millones de euros (US$211,3 millones).

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Año 2740. El mayor Valerian (Dane DeHaan) y la sargento Laureline (Cara Delevingne) tienen una misión que les llevará a Alpha, Ciudad de los Mil Planetas, para descubrir la amenaza que se encuentra en lo más profundo de la magnífica urbe.

Valerian y la ciudad de los mil planetas es una historia llena de luz, color e imaginación, de carreras y persecuciones, de naves espaciales y extrañas razas extraterrestres, de posibilidades y buenas intenciones. Detrás, 2.734 planos de efectos especiales realizados con muy buena mano por Weta Digital, Light & Magic y Rodeo FX, que no dejan de ser un envoltorio maravilloso y repleto de brillantina, para un espectáculo bonito que no acaba de conquistar. ¿Por qué?

La película más cara de la historia del cine europeo tiene su gran fallo en su propio guion. Empieza genial, al ritmo de David Bowie y su clásico Space Oddity, con una secuencia que explica a la perfección el nacimiento de Alpha y nos posiciona en un futuro marcado por mil y una especies alienígenas que parecen vivir en armonía. Después salen los felices (casi parecen drogados) y pacíficos Pearls y comienza la primera misión de nuestros protagonistas en el mayor mercado interdimensional de la galaxia. Hasta aquí bien, imaginación a raudales con un toque de humor muy Besson y ganas de ver algo parecido a El quinto elemento. Casi pasamos por alto que DeHaan no destila ese rollo de galán rompecorazones que la producción insiste en otorgarle, y la falta de chispa con su compañera Delevingne. El problema viene después, cuando al gran esfuerzo que todos los actores deben hacer al estar "rodeados de croma azul" no le acompaña un guion fuerte que afiance una historia de calado.

Comienzan las incursiones por la ciudad, las razas alienígenas que solamente se enseñan en pantalla para mostrar lo chulos que pueden ser los efectos digitales modernos, la historia sin poso que parece solamente un paseo, y no un verdadero viaje. Además, el trabajo de Clive Owen como el comandante Arun Filitt, personaje clave de la historia, no está a la altura. Ni Ethan Hawke como Jolly the Pimp consigue que nos olvidamos de Ruby Rhod (Chris Tucker) y su súper verde.

Al final, la cinta se pasea ante nuestros ojos maravillosamente envuelta en color y luz, dos horas de espectáculo bonito, pero no memorable. Es una lástima, porque se nota el enorme esfuerzo e imaginación que destila Valerian y la ciudad de los mil planetas.

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