Sergio Ocampo Madrid trae su tercera entrega editorial: ‘Es mejor no preguntar’
miércoles, 7 de noviembre de 2018
Los millennials son los protagonistas
Johnny Giraldo López
Con “Es mejor no preguntar…”, Sergio Ocampo Madrid llega a su tercera novela y a su sexto libro publicado en Colombia. El autor regresa con un tema actual, sugestivo, universal: el de los hombres y mujeres menores de 30 años que hoy se enamoran, rompen, conocen, se comunican, sienten, que están cada vez más mediados por los dispositivos electrónicos y la realidad virtual. La novela sobre millennials tiene varias lecturas. Desde una historia de amor, hasta la radiografía de una generación o un vistazo punzante a la juventud de una clase social privilegiada.
¿’Es mejor no preguntar’ es un retrato de los millennials?
Sí y no. Los protagonistas a la fecha tendrían 28 y 25 años respectivamente, lo cual los encuadra en el grupo millennial. Sin embargo, a mí no me terminan de gustar esos rótulos tan taxonómicos porque pretenden incluir bajo una sola palabra realidades muy diversas, entre ellas la de las diferencias económicas y sociales. ‘Es mejor no preguntar’ es una historia de amor fugaz, intensa, de dos personas que nacieron después del año 90, pero con el sello particular de ser de una clase social con todos los problemas resueltos desde antes de nacer. Para entender ese romance, la forma en que lo llevan adelante, es necesario devolverse a la niñez de cada uno, a la adolescencia, al inicio de la edad adulta.
¿Qué marcas particulares le ve a esa generación, la de sus protagonistas?
Varias cosas muy positivas: una relación de tú a tú con el mundo, viajes, idiomas; mentalidad ganadora; también, sensibilidad para la tecnología y preparación académica. La culpa perdió fuerza como mecanismo de control social, así como la sumisión dejó de ser un asunto automático y predeterminado. Pero también varias no tan positivas: veo golpeados viejos valores como la paciencia o la solidaridad; la satisfacción del deseo debe ser inmediata; se impone una lógica del resumen, una ética de los resultados, y sobre todo veo una gran vulnerabilidad emocional, una dependencia seria de la motivación para sentirse seguros en el mundo. Y lo que más me preocupa: un desprecio por el conocimiento puro, o sea el que no tiene una instrumentalización práctica ni se puede monetarizar. Por último, la tecnología también tiene su lado oscuro…
¿O sea que su novela de alguna manera es un manifiesto, una visión personal de los jóvenes de hoy?
La novela es básicamente una historia de ficción, con una apuesta literaria y estética personal. Las alegorías, los significados, los mensajes subliminales quedan como responsabilidad de cada lector. No es un ensayo, ni un manual de psicología, ni un manifiesto, ni una investigación novelada.
¿De dónde surgió la idea?
Soy profesor hace 26 años. Comencé muy joven y tengo alumnos casi de mi misma edad; inclusive uno que otro mayor que yo. En esas dos décadas y media he visto unos cambios violentos en la forma de sentir el mundo, de relacionarse con él, de apropiar el conocimiento, de asumir la trascendencia, el futuro. Cambios en sus miedos y en sus expectativas. Con todas las rupturas económicas, sociales, políticas, con las que inició la década de los 90, las transformaciones se agudizaron y se rompieron los paradigmas clásicos sobre la forma de encarar la niñez. Apenas ahora, esos niños están llegando a los treinta y haciéndose adultos. Todo eso me parece fascinante.
¿Y qué responsabilidad hay en los padres por los problemas de esta gente joven de hoy?
La palabra responsabilidad tiene una carga negativa y no me gusta por eso. Sin duda, lo que es esta generación en sus fortalezas y deficiencias dependió mucho de unos patrones de crianza. El problema es que frente a todas esas rupturas ya expresadas, veo una gran perplejidad moral y hasta procedimental en esos adultos para ejercer la autoridad, la guía, la lección. Eso dejó sus marcas.