Ocio

“Solo habitando aquí y conociendo esto, hablaremos en igualdad de condiciones”

¿Cómo fue este arduo trabajo de escribir ‘El año del  verano que nunca llegó’ porque entiendo que le tomó bastante tiempo?
Sí, bueno, afortunadamente es un trabajo agradable porque si fuera difícil sería mucho tiempo. Fueron 3 años y medio persiguiendo esa historia porque me obsesioné con ella, y la verdad es que se me hizo poco tiempo, además  fue, no una investigación académica, sino una serie de viajes bastante agradables, persiguiendo unas historias del siglo XIX y comienzos de la era romántica.

En esa persecución o investigación hay algo de contacto con la gente del común donde usted va empezando a entender cómo son las locaciones, las historias, y hay gente que también ayuda mucho. Cuéntenos un poco  ese proceso investigativo, ¿qué tipo de cosas descubrió?
Bueno yo sabía que en una casa de Ginebra, a orillas del lago Leman, a comienzos del siglo XIX, en una sola noche habían nacido dos de los monstruos más famosos de la modernidad que son Frankestein y El Vampiro, que hubieran nacido en la misma moche y en la misma casa, me llamó mucho la atención. Pero cuando empecé a enterarme de las circunstancias  en las que eso ocurrió, y cómo había habido dos días de oscuridad en los Alpes Suizos en los días en los que ocurrió esto, y averiguando por qué esos  días de oscuridad y descubrir que la erupción de un volcán en Indonesia unos meses atrás había oscurecido de tal manera el cielo que no dejó pasar los rayos del sol, pues me fue apasionando hasta obsesionarme y descubrí que esta era una historia que no solo tenía que ver con monstruos, sino con el nacimiento de la era romántica, con el destino de dos grandes poetas que eran Byron y Shelley y bueno un montón de hechos de la era Napoleónica y de los comienzos de ese siglo que me mantuvieron ocupado durante todo este tiempo, y por supuesto que no está solamente contada esa historia, sino también los viajes que yo emprendí buscándola, los diálogos, los libros, los personajes que me iba encontrando por el camino.

A lo largo de todos sus libros ha viajado mucho y de pronto va empezando a entender un poco más cómo es el mundo, pero me imagino que a usted le pasa que a medida que va viajando empieza a encontrar también lugares comunes, similares a lo que somos los colombianos y a nuestras propias historias.
Bueno esto ya es una época en que Colombia pertenece plenamente al mundo, ya no estamos en esos tiempo que veíamos al mundo por allá lejos y en otro horario, y ahora todo ocurre al mismo tiempo aquí es de día y acá es de noche y todo el mundo está comunicándose. A veces las noticias de Colombia se leen primero en España porque allá son las 7am cuando acá es medianoche, de manera que esto es una novela que solo se habría podido escribir en esta época, porque ocurre en muchos lugares distintos, porque esas cosas son simultáneas porque yo voy de La Mojana a orillas del río Magdalena, a Londres o a Roma, al cementerio de los ingles, o al norte de Inglaterra, y bueno yo siento que también es una evidencia de que ahora estamos plenamente en el planeta y nos interesan las mismas cosas.

Bueno hay una conectividad y una conexión y se globalizó, como usted dice, Colombia. Pero también se requiere y se necesita una conexión a nivel cultural y social, donde a veces tenemos todavía algunas unas carencias. En su opinión, y como conoce bien de alguna manera la población colombiana y sus problemas, ¿qué es lo que nos hace falta para despegar, para empezar a tener más cara de país industrializado?
Yo creo que lo que requiere realmente Colombia es una dirigencia moderna, porque tiene una dirigencia muy antigua. Yo creo que todavía se siente la edad media y todavía resuelve los problemas como se resolvían en la edad media, no es un país que crea en su gente y propio territorio, a cada quien le parece que siempre es más ilustre estar en Inglaterra o estar en no sé donde, y yo creo que solo habitando aquí y conociendo este mundo que conocemos, podremos hablar en igualdad de condiciones  con el resto del planeta y podremos además proponer cosas nuevas y yo no creo que debamos insistir en la idea de que las soluciones a nuestros problemas están en Harvard u Oxford, yo creo que es conociendo este mundo como aprenderemos no solo a manejarlo sino que podremos darle ejemplo al mundo de cómo se resuelven algunas cosas. 

Tres años y medio, cuatro años, es demasiado tiempo, y yo me imagino que habrá pedazos de la historia que necesariamente se quedaron por fuera. ¿Puede contarnos un poco cómo es ese proceso de ir dejando por fuera cosas que en algún momento consideró valiosas?
Bueno, mis novelas generalmente tardan unos 4 ó 5 años en escribirse así ocurrió con mi trilogía de la conquista del Amazonas y así ocurrió con esta novela, solo que esta era muy distinta porque mientras las otras eran hechos históricos que habían ocurrido ya, y entonces yo sabia qué iba en cada capitulo desde el comienzo, y aquí el libro se iba haciendo un poquito al ritmo de cada día y yo tenía que descubrir de mi propia vida y de mis propias búsquedas, qué cabía en la novela y qué no cabía en la novela y qué tenía que ver y no qué ver con ella, entonces pues fue un experimento, pero un experimento, sobre todo, para mi, apasionante, y que ojalá logre transmitirle a los lectores algo de la excitación, el entusiasmo, y el misterio con que yo me fui acercando a esta historia.