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Competitividad, productividad e innovación: diferencias (III)

Después de revisar los conceptos competitividad y productividad de acuerdo a Atkinson, a continuación describo como interpreta la innovación, así como las implicaciones que estima tienen estas definiciones en la política pública relacionada con cada uno de estos tres términos.

Mientras que la competitividad se equipara erróneamente con la productividad, la innovación se define con mayor precisión, aunque de forma estrecha. Muchos la ven como de naturaleza tecnológica, por dar lugar a nuevos y brillantes productos. Otros creen que se refiere únicamente a la investigación y desarrollo (I+D), actividad que sólo ocurre en universidades, laboratorios y corporaciones.

Si bien todo eso es cierto, limita su alcance. La Ocde define adecuadamente la innovación de una manera más amplia como “la implementación de un producto (bien ó servicio) nuevo ó significativamente mejorado, nuevos procesos, formas de comercialización ó de un nuevo modelo de negocio, organización del trabajo ó de relaciones externas”. Las innovaciones pueden surgir en diferentes puntos en el proceso de gestión incluido diseño, I+D, transferencia tecnológica, producción y/ó en el despliegue y venta en el mercado.

Hay muchas innovaciones que tienen poco que ver con la productividad ó la competitividad. Por ejemplo desarrollar nuevas tecnologías para mejorar la predicción del tiempo puede aumentar la calidad de vida, pero ahora no afecta directamente la productividad ó competitividad. Por el contrario, la creación de un nuevo medicamento ó un chip de computadora más rápido, implican no sólo aumentar la competitividad de industrias exportadoras, sino que también mejoraría la calidad de vida y la productividad. Así que aunque la innovación puede aumentar la productividad y la competitividad, éstos no son sinónimos entre sí.

Sí la competitividad, productividad e innovación son independientes pero están relacionados, ¿cuál es más importante para el bienestar económico de una región? Como se dijo antes, depende en parte del tamaño de la región. Sin embargo, en general, la productividad es el determinante más importante de la renta per cápita.

Sería un error concluir que las economías pueden ignorar la innovación ó la competitividad. Fomentar la innovación puede ayudar a la productividad y la competitividad, porque significa que los bienes y servicios del futuro no sólo serán más baratos, sino mejores. Fomentar la competitividad es importante también, sin sectores competitivos, el nivel de vida de un país será menor, porque tendrá que renunciar a su producción para pagar importaciones.

Las estrategias de competitividad deben focalizarse específicamente en políticas relacionadas con el comercio, los impuestos, el talento y la tecnología, para mejorar la competitividad internacional de los sectores industriales que exportan ó pueden exportar en una región. Las estrategias para la productividad deben examinar todas las industrias y funciones de la economía para determinar barreras, así como las políticas que promuevan tanto el crecimiento, como los efectos de cambio; que incluye implementar tecnologías de “plataforma”, como banda ancha.

Por último las estrategias de innovación deben centrarse en las barreras que la impiden (ejemplo regulatorias) y en los sistemas de apoyo necesarios (ejemplo, inversión en I+D, apoyo a la transferencia de tecnología y la educación en ciencia aplicada), que pueden estimular una mayor innovación en los tres principales sectores de la economía (con ánimo de lucro, sin fines de lucro y el gobierno). 

Hasta la fecha ningún país ha articulado adecuadamente las diferencias entre los tres factores y a su vez desarrollado distintas e independientes estrategias de competitividad, productividad e innovación. Por el contrario, los países tienden a combinarlos asumiendo que el éxito en uno conducirá al éxito en otro; pero esta es una receta para el bajo rendimiento.

Para realmente tener éxito en la economía global impulsada por la tecnología, las naciones hoy en día necesitan desarrollar tres estrategias distintas, esto no sólo conducirá al éxito en cada uno de los tres reinos, sino que dará lugar al fortalecimiento de las políticas que los benefician e impulsará la prosperidad económica y la calidad de vida.

Más que oportuno y conveniente el esclarecedor panorama ofrecido por Atkinson, que debe servirnos para mejorar debidamente en estos trascendentales frentes.