Desnaturalizar, la impronta de Santos
miércoles, 14 de febrero de 2018
Si algo caracteriza a este gobierno y así pasará a la historia, es la forma cómo ha manejado los aspectos más importantes para cualquier Estado o país, desde la paz hasta la innovación, maltratados a punto tal, que logró con politiquería alterar sus propiedades y condiciones, desvirtuándolas y deslegitimando su concepto y contenido, lo que ha ocasionado monumentales gastos y daños, por los que irónicamente nunca tendrá que responder, por lo menos en esta vida.
Acerca de la pregonada paz que supuestamente sobrevino de lo acordado en La Habana, sobran motivos para descalificar su pretendida intensión, en tanto lo dispuesto para su fin se encuentra plagado de ambigüedades, inequidades e injusticias, que más temprano que tarde minarán las bases sobre las que se edificó, demostrando como bien lo decía Churchill que “quien se arrodilla para conseguir la paz, se queda con la humillación y con la guerra”, aunque a éstas alturas hay conciencia general que más que el interés de la nación para alcanzar la paz, se sobrepuso el interés personal en pos de un Nobel.
Es más, hoy en día sobran los hechos que señalan en la dirección antes anotada como los relacionados con la representación política de los responsables de crímenes de lesa humanidad, en un principio situación supuestamente aborrecida por Santos, que terminó soslayando olímpicamente, como una muestra más de su cínico estilo de gestión, que ha hecho metástasis en la manera orgullosa y revanchista como afronta a contradictores y críticos, una vergonzante representación del premio que se ufana de haber ganado.
Toda Colombia comparte la idea de una Jurisdicción Especial para la Paz, sobre todo para las bases guerrilleras, ante los engañadores móviles políticos de la insurgencia, porque las ideas comunistas carecen desde hace más de un cuarto de siglo de argumentos y legitimidad ideológica con la caída del muro de Berlín y el pragmatismo Chino, insuficientes para las mafias, despotismo y corrupción que dominan en Cuba y Venezuela, que han derivado en la pobreza y hambre que vive la gran mayoría y hacía donde nos quiere llevar la paz de Santos.
Sobre la innovación, resulta verdaderamente inaceptable el tiempo y recursos perdidos por haber superpuesto la controvertida paz por encima de la importancia mayúscula que tiene el desarrollo económico equitativo, sostenible y sustentable, con mayores elementos de soberanía científica y tecnológica dado el dominio de la mayor cantidad de fronteras del conocimiento como su prenda de garantía, fundamentas en las competencias y capacidades que le brinden esta condición, algo que Israel aprendió hace mucho rato, pese a padecer uno de los conflictos más graves del mundo, que contrasta con lo que sucede acá que muestran todo lo contrario, donde las brechas han aumentado de manera exponencial por la aberrante desnaturalización de este concepto.