El nuevo papel de los bancos centrales
lunes, 28 de octubre de 2013
Desde la década de los 90 del siglo pasado, Japón se encuentra en lo que se denomina “Trampa de la liquidez”: tasas de interés en cero, activos y precios tendiendo a la deflación y poca efectividad de las políticas monetarias vía tasa de intervención, lo que lleva a abultados déficits fiscales y a la gigante deuda pública. La deuda pública japonesa como porcentaje del PIB es del 233%, la más alta del mundo.
Dado que las políticas monetarias tradicionales no funcionan, entonces el nuevo papel del banco central japonés es incentivar a la economía con enormes expansiones monetarias vía liquidez, lsa cuales van dirigidas a calmar a los mercados de capitales y a los inversionistas, por un lado, y a ayudar a algunos sectores productores importantes, por el otro. Sin embargo, todo esto lo tendrán que pagar los contribuyentes. Japón está pensando en aumentar el impuesto al consumo como una de las medidas para contrarrestar la enorme deuda pública.
En Estados Unidos la cuestión es parecida: las tasas de interés están históricamente bajas, la inflación está bajo control y la Reserva Federal sigue activa en la famosa “Flexibilidad cuantitativa”, dirigida a calmar a los mercados de bonos y en la ayuda de sectores como el hipotecario. Sin embargo, la deuda pública como porcentaje del PIB sigue aumentando; en este momento está en el 78,9%, y se espera que en estos días se aumente el techo de la misma en el Senado, de lo contrario para este mes no se tendrá para cumplir con las obligaciones en los pagos. La pelea está brava entre los republicanos y Barack Obama y los sacrificados pueden ser los recursos de la reforma a la salud.
Por el lado de la Unión Europea la cuestión no es diferente: la deuda como porcentaje del PIB en Grecia es del 155,4%, en Portugal es del 132,9%, en Irlanda del 122,7%, en Italia del 121,2% y en Francia del 92,8%. El Banco Central Europeo sigue activo en las ayudas a los países en problemas y a sus sectores financieros, pero sobre todo en la compra activa de bonos de deuda.
Los bancos centrales del mundo desarrollado se están convirtiendo en los mayores inversionistas del planeta y en los salvadores de los mercados de capitales. Lejos están de su labor primordial promovida por la ortodoxia económica: el control de la inflación.
Sin embargo, toda esta extraordinaria liquidez está lejos de generar tasas altas y sostenidas de crecimiento económico en el mundo desarrollado, y lo que es peor, el mundo emergente se puede contagiar. Latinoamérica es especialmente vulnerable a las decisiones de políticas fiscales y monetarias de Estados Unidos.
Pero, por otro lado, los índices bursátiles del mundo desarrollado han aumentado sostenidamente durante el último año. Por ejemplo, en los Estados Unidos el Dow Jones pasó de 13.482 a 15.190, una valorización del 12,66%. El S&P 500 pasó de 1444 a 1681, en este caso la valorización fue del 16,4%. El Nasdaq pasó de 3113 a 3771, una valorización del 21,13%.
Las grandes empresas gozan de abultadas ganancias bursátiles, pero los países sufren con sus enormes déficits fiscales. Las grandes empresas no generan gran cantidad de empleo, ya que son las medianas y las pequeñas las que lo hacen. Sin embargo, son los gobiernos los que tienen que promulgar políticas para crear nuevos empleos.
Mientras los bancos centrales calman a los mercados con sus políticas monetarias expansivas y aumentan la valorización bursátil de las grandes empresas, la liquidez creada no llega a las pequeñas y medianas empresas y las tasas de desempleo se mantienen altas.
Entonces, la pregunta es, ¿qué papel están jugando los bancos centrales en el mundo desarrollado para generar crecimiento de las pequeñas y medianas empresas y aumentar el empleo? ¿Sólo se favorece a las grandes empresas y a los grandes inversionistas? ¿Cuáles deberían ser las políticas en materia tributaria que se deberían tomar?