Analistas

El que no puso la cara

Amable lector.  Quienes fueron engañadas por los intermediarios financieros es casi imposible que no sientan odio, el cual se acrecienta con la modorra de nuestra justicia, que para personas conocedoras de este tema y de buen criterio, en unos pocos meses deberían haber condenado severamente a estos delincuentes.

En cambio, cuando se habla cada vez con mayor énfasis sobre el odio entre el presidente Juan Manuel Santos y el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, me inclino por pensar que ese no es el vocablo apropiado.  Se siente odio por alguien siempre y cuando se le desee el mal.  El doctor Álvaro Uribe se angustia del manejo que le está dando el doctor Santos al tema de la paz y por las funestas consecuencias que nos acarrearán.  

El camino que escogió el expresidente Uribe, con sobrada razón, era debilitar al máximo los grupos guerrilleros, hasta que éstos pidieran conversar. Quizás en ese momento se les pudo dar algo, pero jamás la impunidad. Si alguien lo sabía era Juan Manuel Santos, a pesar de ello obró con astucia ocultando sus pretensiones.  De haber dicho que su plan era otro, jamás habría sido nombrado presidente.

Una vez exaltado a tan alta investidura, a los pocos días se hizo amigo incondicional de Chávez, haciendo caso omiso de que en ese país eran protegidos los jefes guerrilleros y a sabiendas de que un pueblo manejado con una política socialista mal concebida, que fomenta la lucha de clases, destruye empresas, aleja la inversión, acalla la justicia y restringe la educación, en meses, o en pocos años está condenada a caer en el abismo.  

A las gentes de bien del país hermano nuestro presidente les dio la espalda, ignorando que ellos serían los encargados de reconstruir más tarde un país en ruinas, y que con sobrada razón nos podrán reclamar por haberlos dejado solos.  

En Cuba inició las conversaciones con el grupo guerrillero antes del tiempo previsto, es decir, cuando aún tenía alientos para gruñir.  Hoy en la mesa de discusiones, no hay duda que son ellos los que rugen más duro.  

Si el pueblo colombiano tiene la desgracia de que el doctor Santos sea reelegido, con los votos de algunos incluyendo los del señor Petro.  Pero sobretodo con los que preferirán quedarse en la casa y no votar.  Más tarde no podrán decir que no sabían que después de firmar la paz, sin importar el precio que haya que pagar, los jefes guerrilleros en agradecimiento con los hermanos Castro, harán hasta lo imposible para que los beneficios que perderán cuando Venezuela toque fondo, sean compensados con creces por el pueblo colombiano.

Usted con su voto por el doctor Óscar Iván Zuluaga o si lo prefiere por la doctora Martha Lucía Ramírez, podrá evitar que en pocos años estemos igual o peor que Venezuela.  Ojalá que se piense primero en Colombia y por qué no en Antioquia, pues con cualquiera de los dos, en cuatro años construirán buena parte de las autopistas de la prosperidad.  En caso contrario, seguiremos soñando y si algún día despertamos, nos daremos cuenta que frente a las demás regiones del país estamos encerrados.

Es preferible que estemos gobernados por un hombre del pueblo, que no por una persona que nunca supo manejar con prudencia y buen criterio los problemas de la paz, la salud, la educación, la justicia, el sector agropecuario y la reforma tributaria. 

Epilogo:  como las Altas Cortes obligaran a resarcir a millones de damnificados por la guerrilla, y ésta no lo hará, será necesario expedir una nueva reforma tributaria, para que los contribuyentes se hagan cargo de atender los billones de pesos que generosamente estimarán los jueces.