La privatización como remedio de viejos males
domingo, 15 de abril de 2012
Presidente Ejecutivo Diario La RepúblicaLa propuesta de privatizar Corabastos, lanzada por el presidente de la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco, Guillermo Botero, como alternativa para mejorar la comercialización de los productos agrícolas del país es una prueba de cómo los productores del campo necesitan respaldo.
Al igual que el campo necesita mayor atención y acciones decididas, los comerciantes podrían ser mejores administradores si les permiten mayor espacio, porque así lo han demostrado y podrían mejorar la efectividad de la central.
Según cifras de Botero, a Corabastos llegan 200 mil personas, se transan $25 mil millones; 12.500 toneladas de alimentos; 1.700 toneladas de papa e ingresan 12.500 vehículos cada día, pero impera el desorden, tema que podría superarse si el sector privado es el encargado de su operación directa.
Estamos de acuerdo en que se democratice la propiedad y la junta directiva de la segunda central de abastos de América, después de la de México, reconociendo así el esfuerzo de los actuales comerciantes, pero sin que el Gobierno salga completamente del escenario, aunque haya una oferta pública a los colombianos.
El mismo Botero, que se pone en los zapatos del gremio que dirige, destaca cómo la Central Mayorista de Antioquia empezó ese proceso y desde 1987 con su régimen de propiedad horizontal atiende la comercialización de alimentos en todo el Valle de Aburrá, desde su sede al sur de Medellín.
El campo colombiano necesita contar con escenarios como Corabastos para mantener la comercialización y productividad, porque sin una ventana abierta al comercio, a quién le sirve producir más o mejores alimentos.
Si hay un cuello de botella en una parte vital de la cadena, como son las comercializadoras que entregan a los minoristas y amas de casa la comida que se produce en nuestras ricas tierras, pues sencillamente todos perdemos.
Si el Gobierno es dueño de Corabastos con 20% en cabeza del Ministerio de Agricultura; 23% la Gobernación de Cundinamarca y 4% la Alcaldía de Bogotá, aunque el 53% está en manos de 1.350 comerciantes de los 6.500 que operan la central al sur de Bogotá, es ilógico que en la junta el Gobierno sea representado por 4 frente a 3.
Las cifras que revela Botero son clave en este momento coyuntural pues asegura que el capital de Corabastos ronda los$192.000 millones y los activos de $220.000 millones, mientras que las utilidades a 2011 sumaron los $1.300 millones.
Lo anterior indica que la privatización partiría con viento a favor.
Los comerciantes se sienten con derecho y título de propiedad para manejar los 140 mil metros cuadrados de Corabastos y el Gobierno podría así dedicarse a pensar cómo sacar de la olla al campesino productor que por falta de apoyo incluso le falta estímulo para llegar hasta las grandes comercializadoras.
El Gobierno debe concentrarse en ser eficiente en la productividad del campo y permitir que el sector priva-do le dé la mano en las grandes centrales de comercialización que hasta la fecha han mostrado que pueden manejarse de manera eficiente. Hay que pensar en serio en esta propuesta que parece bien orientada.