Analistas

Los pilos pagan y nos hacen mejores

Juan Felipe Penagos llegó a Bogotá con tan solo 16 años, estando temporalmente ilíquido pero dotado de suma riqueza: una sobresaliente capacidad intelectual. Ésta le sirvió para alcanzar el primer lugar en las pruebas de Estado en su natal Quindío, lo que a su vez le llevó a ganar una beca para estudiar Ingeniería Industrial en la Universidad de los Andes. Seis años después, como estudiante de doctorado, Juan Felipe demostró con métodos estadísticos formales que la inversión de mayor retorno para dineros públicos es lograr que las mejores mentes tengan acceso a las mejores universidades. Su trabajo es, en parte, el soporte técnico utilizado por el Ministerio de Educación Nacional para diseñar y poner en marcha el programa conocido como “Ser Pilo Paga.”

Dicho programa es, sin duda, una de las apuestas más interesantes y ambiciosas que haya tenido nuestro sector educativo, en donde el objetivo es asegurar que todo joven brillante logre educación de calidad. Esto a través del subsidio a la demanda, siendo los mismos estudiantes los que escogen la entidad en que quieren educarse, sin importar si es pública o privada y siempre y cuando hagan parte del grupo de instituciones que cuentan con acreditación de alta calidad por parte del Gobierno Nacional.

La audacia antes mencionada tiene su precio y en la rápida implementación se cometieron errores. Sin embargo, esto no debe ser motivo de crítica al objetivo en cuestión, sino elemento de análisis para el mejoramiento continuo de los mecanismos utilizados para su cumplimiento. En un tema de tal trascendencia es claro que resulta preferible corregir sobre la marcha que quedarse detrás de un escritorio por varios años diseñando la estrategia perfecta que nunca llega a ejecutarse.

En este sentido podemos empezar por entender las fallas en los tiempos de la convocatoria del programa de tal forma que toda institución (en particular aquellas de carácter oficial) logre adaptarse y prepararse de manera apropiada para incluir en sus procedimientos de inscripción a los jóvenes beneficiarios de la iniciativa en referencia. Del mismo modo, debemos ser creativos en los esquemas de financiación para que aquellos que no puedan culminar sus estudios no se vean asfixiados por deudas que les resulten imposibles de honrar. Esto es particularmente importante sabiendo que la deserción en la educación terciaria en Colombia es de 50%. No debe ser sorpresa que una fracción de los “pilos” fracasará en el intento y hay que prepararse para tal realidad. Otro elemento a optimizar tiene que ver con las herramientas de bancarización para los beneficiarios de tal suerte que los subsidios de manutención les lleguen oportuna y efectivamente.

Ser Pilo Paga es consistente con las mejores prácticas internacionales que sugieren que fomentar el progreso de los más capaces no solo les servirá a ellos mismos como herramienta de avance social, sino también a toda la sociedad. Esto debido al efecto sinérgico que representa dar oportunidades de desarrollo a quienes tienen el mayor potencial de convertirse en líderes de los sectores público, privado y académico. Si esto logra combinarse con acceso masivo a una buena educación pública, encontraremos la senda para convertirnos en una sociedad desarrollada. Debemos rodear y apoyar al Ministerio de Educación Nacional para que continúe demostrando la valentía e inteligencia a la que empieza a acostumbrarnos. 

@behrentz