Analistas

Política al servicio de la economía o viceversa

Han estado a prueba la lealtad, la reciprocidad y hasta las relaciones políticas y económicas por causa de las revelaciones del excontratista de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, el estadounidense Edward Snowden, sobre las escuchas a los amigos y rivales de la gran potencia.

Snowden es ahora una papa caliente para Rusia, para Estados Unidos y para casi todos los países a los que les ha pedido asilo, después de filtrar que el Gobierno de Estados Unidos ha estado espiando, además de a los periodistas, a los supuestos “amigos y socios” en la defensa de sus intereses y seguridad interna.

El estadounidense se ha convertido en un desafío político y diplomático, en momentos en que las buenas relaciones se necesitan para mantener a flote la economía mundial.

Al presidente Ruso, Vladimir Putin no le quedó más remedio que decir que consideraría el asilo para el experto en informática “si no sigue perjudicando” a Estados Unidos, luego que hasta Alemania fuera sorprendida con las revelaciones sobre escuchas a los “aliados” de Obama.

Esta situación podría ser un problema serio y sembrar dudas hacia Estados Unidos desde aliados como Alemania o incluso Rusia, países con los que ha construido buenas relaciones después de la Segunda Guerra Mundial.

El hecho de que al regreso desde Moscú hacia La Paz, del presidente boliviano, Evo Morales haya sido desviado hacia Viena porque Portugal y Francia no le permitieron hacer escala o peor aún sobrevolar su espacio aéreo es prueba de que nadie quiere quemarse con una “papa caliente”.

Las buenas relaciones diplomáticas permiten zanjar diferencias y definir acuerdos entre los gobiernos y sus economías. Estas situaciones le meten ruido a cualquier posibilidad de acordar beneficios comunes.

La indefinición y el condicionamiento al asilo para el técnico Snowden es prueba de que todavía la lealtad política está vigente y que continuarán los buenos vientos para las estrategias económicas que requieren estas economías.

El mundo político y económico no se detuvo por estas expectativas. Entre tanto, Croacia se convirtió en el integrante número 28 del club de la Unión Europea.

La Eurocámara le dio así paso al proceso de ampliación a la región de los Balcanes y a la posibilidad de que ex republicas soviéticas como Serbia formen parte del exclusivo club de economías con moneda, política monetaria y preferencias arancelarias. Así tendrían amigos y enemigos mutuos.

Ese proceso de unificación, pese a todas las diferencias, bien podría homologarse con la denominada Alianza del Pacífico en la que los avances permiten prever que más del 90%   de los productos negociados tendrán preferencias arancelarias, más pronto.

Con la desgravación se unirán esfuerzos en economías que hasta compiten por los mismos compradores con semejanza en producción. Y hay que mirar muy bien las solicitudes de Turquía, Corea, China y Estados Unidos, para ser observadores en esta alianza.

Al igual que el ahora Grupo de los 28 que conforman la Unión Europea, en la Alianza Pacífico se refleja el dinamismo de las buenas relaciones entre países afines, vecinos y amigos.

Los amigos y competidores pueden zanjar diferencias políticas para ganar en crecimiento económico. La política así le sirve a la economía.