Reforma tributaria para comprar el mercado
jueves, 4 de septiembre de 2014
Los anuncios sobre los contenidos y alcance de la próxima reforma tributaria - que el gobierno anuncia presentará la próxima semana- han sido extraños y oscuros.
El hueco a tapar en el financiamiento de 2015 asciende a $12,5 billones. Este faltante hay que conseguirlo inexorablemente con nuevos ingresos, no con más deuda, pues las restricciones de la regla fiscal lo prohiben. La oscuridad proviene de la respuesta dada hasta la fecha a la pregunta crucial: ¿de dónde saldrán esos $12,5 billones?
El gobierno afirma- e insiste- en que basta con prorrogar el impuesto a las transacciones financieras y el del patrimonio para enjugar el faltante. Entidades tan serias como Fedesarrollo disienten rotundamente de estas cuentas optimistas gubernamentales.
Según Fedesarrollo, aun prorrogando los dos impuestos mencionados, queda un faltante por financiar de $5,1 billones. Dice, en efecto, en su último informe esta prestigiosa entidad de investigación económica: “Las cifras disponibles muestran que mantener el impuesto al patrimonio y el GMF en 4x1000 no es suficiente para cubrir las necesidades de 12,5 billones requeridas en el PGN (…) Las fuentes adicionales que se obtendrían por estos conceptos serían de $7,4 billones, con lo cual persistiría un hueco presupuestal de $5,1 billones”.
Como el gobierno muy probablemente no aceptará la sugerencia que algunos le han planteado de subir el IVA, entonces los recursos faltantes tendrán que provenir o de alguna forma de amnistía a la declaración de patrimonios ocultos (que ya también se ha bosquejado), o de más controles. O de una acentuación de las tarifas hoy vigentes al impuesto al patrimonio. Medida que sin lugar a dudas prenderá el gran debate de las contradicciones que entraña un impuesto al patrimonio de tarifas muy altas y los requerimientos de general ahorro, inversión y mayor productividad.
¿Por qué camino se irá el gobierno para conseguir los recursos que le están faltando? Solo lo sabremos la semana entrante cuando se radique oficialmente el proyecto de ley sobre financiamiento para el 2015.
Otra crítica que ya empieza a aflorarle a esta reforma tributaria es la siguiente: el Gobierno va a desaprovechar la ocasión para diseñar una verdadera reforma tributaria que cubra las necesidades de inversión de los próximos cuatro años, para irse con una reforma inmediatista que, para decirlo en lenguaje coloquial, solo servirá para “completar lo del mercado del año entrante”.
El músculo político para tramitar una reforma fiscal de más enjundia solo lo tienen los gobiernos en el primer año. Cuando gozan de lo que se llama el “Estado de Gracia”. Si el Gobierno Santos II gasta la pólvora en esta reformita, muy difícilmente en años venideros tendrá fuerza política para liderar una reforma fiscal de carácter estructural y profunda como la que necesita Colombia.
Y una última reflexión: la próxima reforma tributaria de pronto ni siquiera va a alcanzarnos para comprar el mercado del año entrante. Estará orientada solamente a balancear un presupuesto modesto que no contempla buena parte de las ofertas que se hicieron durante la última campaña: la inversión en el proyecto de presupuesto de 2015 que ya se presentó al Congreso cae 1,4% en términos nominales, y no tiene en cuenta la muy probable caída de las rentas petroleras, ni la financiación del gran salto adelante que se propuso en educación y en salud, ni la inmensa inversión que requerirá el post conflicto.
Si todo esto se toma en cuenta, el faltante a financiar es evidentemente superior a los $12,5 billones. Con lo cual, no estaríamos ni siquiera asegurando los recursos para pagar el mercado de 2015.