Editorial

A la ‘bici’ le faltan políticas públicas

<p>Poco a poco va cuajando el uso de la bicicleta en las grandes ciudades, pero falta más compromiso de los gobiernos.&nbsp;</p>

A quienes usan la bicicleta como vehículo de transporte todavía se les ve como ‘raritos’ y deben librar con mil batallas cotidianas de vida o muerte, para poder cubrir pequeños tramos en ciudades que se venden como urbanas, cosmopolitas, innovadores y modernas. Hablamos de Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla o Bucaramanga, grandes capitales en donde las administraciones locales y regionales han promocionado el uso de la ‘bici’ como una alternativa eficiente y sana de movilidad, pero sin llegar al compromiso serio de masificarla de verdad o al menos facilitarle las cosas a sus usuarios, tal como se hace con los vehículos a motor.

En el caso de Bogotá las cosas van más avanzadas y el uso de la ‘bici’ va algunos pasos más adelante que en el resto del país. Según la Secretaría de Movilidad Distrital, “existe una red de 376 kilómetros de ciclorutas, una jornada del Día Sin Carro, la ciclovía dominical, la ciclovía nocturna, un número importante de colectivos que promueven la bicicleta y aproximadamente 450.000 viajes que corroboran por qué Bogotá es un ejemplo para el mundo de movilidad sostenible”. Todo esto sobre el papel, porque todavía no hay políticas públicas serias que avalen este cambio de cultura.

Por ejemplo, no hay exenciones tributarias para las empresas que promuevan que sus trabajadores vayan en bicicleta al trabajo para reducir la huella de carbono; tampoco hay un censo real de bicicletas; no hay talleres bien ubicados en las zonas de alto uso. No hay esquemas de seguridad vial, ni la Policía de Tránsito está capacitada para tratar a los ciclistas. En fin, el mundo de la bicicleta sigue entre los vanguardistas jóvenes que tratan de cambiar sus ciudades hechas para los carros. No hay ningún estudio económico que revele cuántos de nuestros impuestos se van en mantener calles y autopistas para los vehículos; cuánto dinero manejan los parqueaderos; cuánto vale la sobretasa a la gasolina; cuánto el SOAT, el certificado de gases y toda una suerte de cobros, retenciones y papeleos que mantienen viva la industria automotriz, que este año espera superar los 300.000 carros nuevos rodando en las calles, que necesitarán más carreteras, más parqueaderos, más gasolina y más biocombustibles.

Es todo un sistema económico forjado con el tiempo que se robustece y se eterniza desde las administraciones públicas y las empresas, en cambio para la industria de la bicicleta poco o nada se hace en términos de regulación. Las ciudades de mejor calidad de vida y más modernas del mundo desarrollado, han hecho convivir a los vehículos mecanizados y a los no tradicionales en sus calles. No se tarta de desvirtuar los carros, el objetivo es hacer un mundo más saludable para todos.