Editorial

Adiós a lo políticamente correcto y las máscaras

<p>Trump, Brexit y No a los acuerdos de paz, tienen un mismo origen, el adiós a lo políticamente correcto, ahora la gente siempre vota lo que siente.</p>

Se volvió parte del paisaje tratar de juntar lo que sucedió la noche del martes pasado en Estados Unidos, con lo ocurrido en julio de este año en Gran Bretaña que votó por la salida de la Unión Europea, y lo del No a los acuerdos de paz en Colombia. Efectivamente, los tres sucesos (Trump, Brexit y No) solo tienen en común que ganaron en las urnas contra todos los pronósticos y que son hechos políticamente incorrectos a los ojos de los medios de comunicación. Pero si ahondamos individualmente, en cada cosa tenemos que se comparte la espina dorsal del adiós a las máscaras.

Atravesamos por estos días por una época de cambio, mas no por un cambio de época, un juego de palabras de gran calado que se refiere al rediseño de paradigmas en un tiempo de sobre saturación informativa en el que el individualismo decide finalmente qué hacer frente a los dilemas que proponen los medios de comunicación y las redes sociales. La gente está haciendo lo que sus convicciones le dictan generando dos tipos de discursos: uno, el políticamente correcto y otro, el que verdaderamente representa sus intereses subyacentes. El Brexit demostró que la mayoría de los ingleses no quieren estar en la Unión Europea porque consideran que países como Grecia, Portugal o España viven de sus impuestos a través de los fondos de cofinanciación que propendían la igualdad de las gentes en todo el viejo continente. Años antes al plebiscito habría sido políticamente incorrecto afirmar tal cosa. Lo mismo ocurrió en Colombia en donde oponerse a la firma de un anhelado acuerdo de paz con la guerrilla podría calificarse como guerrerista, también políticamente incorrecto. Ahora, tras las elecciones de noviembre en Estados Unidos, también era incorrecto en términos políticos, no respaldar a una mujer a la presidencia, criticar a los latinos indocumentados o rechazar abiertamente a los musulmanes fundamentalistas.

Los tres sucesos dejan claro que una cosa se dice en sociedad y otra en las urnas y que en los tres casos se ha derrotado lo políticamente correcto, generando una peligrosa situación de adiós a las máscaras. Una coyuntura marcada por la sinceridad de posiciones que puede acarrear posturas extremas, pues activará rechazos abiertos a fenómenos como la falta de solidaridad, la paz anhelada y el mismo libre comercio, otrora valores nunca discutidos por líderes políticos y económicos. Muchas cosas se deben revaluar frente a esos tres sucesos: la generalización reinante de que todos somos solidarios; que todos estamos de acuerdo con un solo concepto de paz y que las teorías del libre mercado son verdades absolutas ligadas al bienestar de los hombres. Si la tendencia se mantiene, van a aflorar discusiones necesarias que deben generar nuevos consensos en donde las posturas frente a los hechos sean más sinceras.