Editorial

Adiós al comercio formal con Venezuela

<p>No podemos borrar con discursos nacionalistas una historia comercial que llegó a representarle a Colombia unos US$7.000 millones en tiempos de paz</p>

Cientos de empresarios formales y miles de comerciantes informales llevan generaciones vendiendo sus productos a Venezuela, un negocio que en sus mejores momentos, no hace mucho tiempo en 2008, llegó a representarle a Colombia unos US$6.100 millones. Las peleas del expresidente, Uribe, con el fallecido, Chávez, le hicieron perder el ritmo a los negocios, cayeron 76% hasta llegar a los US$1.423 millones.

Hace cuatro años, entre los países hubo un Acuerdo de Alcance Parcial que recuperó las exportaciones hasta llevarlas a US$2.600 millones, pero el año pasado el comercio perdió dinámica y cayó 15%. En el primer semestre de 2015, las ventas de nacionales hacia Venezuela disminuyeron 40% a la luz de lo que se le informa al Dane. La administración de Nicolás Maduro ha sido fatal para las exportaciones colombiana hacia el vecino país, han pasado de unos US$2.000 millones a menos de US$600 millones, datos que no se va a superar con el cierre unilateral de la frontera y con la crisis generada con los repatriados a las malas. Según los analistas del comercio exterior colombiano, las exportaciones pueden llegar a US$1.000 millones este año, una de las cifras más bajas de la historia comercial.

Javier Díaz de Analdex, el gremio de los exportadores, plantea que frente a esta situación es imperativo que en Colombia se tome a Venezuela como “un mercado de ocasión o de oportunidad y que diversifiquen sus mercados”. Pero quizá, el problema no es de oportunismo político en los dos lados de la frontera, como a primera vista puede identificarse, el problema grande es que al Gobierno de Maduro se le está acabando el tiempo y que la crisis del petróleo puede hacer que el país esté abocado a entrar en cesación de pagos al comienzo del próximo año, dada su baja capacidad de exportar productos diferentes al petróleo y a la política fallida de sustituir importaciones.

En términos puramente de negocios, no es nada rentable alargar la disputa política y social con Venezuela. Son más las empresas afectadas por el enrarecimiento de las relaciones entre los dos países que los dividendos doctrinarios. Empresas de alimentos, farmacéuticas, de energía y gasíferas no pueden reemplazar fácilmente este mercado. Ya se ha intentado en varias oportunidades, pero Venezuela es Venezuela y por más que se hable de diversificar mercados esto no se ha logrado. Panamá y Ecuador son importantes (US$1.500 millones y US$950.000 millones de exportaciones, respectivamente), pero no crecen en consumo dado que el poder adquisitivo y la menor población pesan en los negocios. No es fácil simplemente borrar con nacionalismos impropios, un mercado que valía unos US$7.000 millones, que ha sido históricamente dependiente de nuestra producción y de paso no solo afectar la balanza cambiaria, sino poner en jaque a miles de empresas formales.