Editorial

Adiós tapabocas, hola nueva normalidad

Usar tapabocas ahora es opcional, aunque la informalidad había goleado su obligación, quizá lo más vistoso contra el covid; ahora solo falta decretar el fin de la pandemia

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Diario La República · Adiós tapabocas, hola nueva normalidad

El pasado domingo, 1 de mayo, los colombianos dejaron de usar tapabocas en interiores y al aire libre, en adelante será opcional para quien quiera y obligatorio en algunos centros sanitarios. No es una medida menor, así su uso se hubiese vuelto folclórico, pues los más jóvenes lo evitaban y no había coherencia en la adecuada utilización en bares, restaurantes, centros comerciales, teatros, almacenes y demás lugares de socialización o consumo. Fueron dos largos años de temerosa uniformidad, luego de que se declarara la emergencia sanitaria en todo el mundo, por allá en marzo de 2020, y que se mantuviera como norma estricta en aviones y algunas aglomeraciones.

Al comienzo, el tapabocas era la única protección conocida contra el covid-19; luego de la masificación de la vacuna, su uso se relajó e incluso en países desarrollados era hasta mal visto, de mal gusto, pues delataba comorbilidades en los individuos, su procedencia y hasta inclinaciones hipocondríacas. Miles de factorías del sudoeste asiático llenaron el mundo de tapabocas de todas las características e hicieron su agosto en ventas, productos desechables que ahora son un problema de contaminación; en Colombia algunas textileras también se encaminaron a la producción y hoy ven cómo sus modelos de negocios simplemente deben volver a la normalidad.

Dejar el tapabocas como opcional para las personas que lo necesiten es una de las mejores medidas, pues el grueso de la población en todo el mundo está vacunada, el virus ha perdido fuerza y la esperada inmunidad de manada es un hecho irreversible; el coronavirus no se ha ido, llegó para quedarse, pero las vacunas y el mismo organismo humano, luego de dos años, ya ha producido mejores defensas, es cuestión evolutiva. Son muy pocas las personas que pueden comprobar que el coronavirus no los afectó y que siguen invictas, la inmensa mayoría ha podido superarlo con menos o más consecuencias, pero sus sistemas inmunológicos ya se han reacomodado a una nueva situación.

En algunos ambientes, como los transportes públicos, los vuelos internacionales, los escenarios de grandes espectáculos, quizá el tapabocas llegó para quedarse por un buen tiempo; tal y como sucede en las grandes ciudades del sudoeste asiático en donde las personas lo usan en su indumentaria como una prenda más, práctica que seguramente sea la más recomendable en ciertos ambientes metropolitanos. En el futuro, el tapabocas delatará a una generación temerosa de los virus presentes en un medio ambiente invisible que puede poner a las personas en jaque nuevamente.

Hay profetas de próximos apocalipsis que critican las medidas gubernamentales, pues consideran que las cosas han cambiado, que el calentamiento global, la sobrepoblación, los hábitos alimenticios y hasta la producción agropecuaria con base en químicos, afectan la vida humana y argumentan que el papel de los gobiernos es aplicar normas de protección en función del bienestar de la sociedad, son quizá quimeras y/o narrativas basadas en teorías conspirativas que deben pasarse por el filtro de la ciencia para asumirlas. De momento, la estadística muestra que los contagios y las víctimas mortales del covid-19 han disminuido y que todo debe volver a una nueva normalidad en la producción y el consumo, eso sí, sin perder de vista la experiencia de los últimos dos años.

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