Editorial

Ahora Ecuador desestabiliza más a la región

Son muchos los intereses para que Colombia caiga en la misma espiral de protesta social que desestabilice el crecimiento y sirva de motivación para afectar las elecciones

Editorial

La mirada del mundo hacia la región Andina de América Latina es de máxima preocupación, no es sino echarle un vistazo a lo que sucede con Venezuela, la crónica de un modelo económico destructivo que ha desplazado a más de seis millones de personas; Ecuador, un país dolarizado que vuelve a ser un polvorín social acostumbrado a los discursos populistas; y Perú, metido en un episodio más de un desgobierno retratado por las pugnas entre el legislativo y el ejecutivo que se niegan a salir adelante y pasar la página de su gran corrupción. En ese escenario regional convulso solo brilla Colombia, muy a pesar de que hay grupos de presión interesados en llevarlo al caos, esos mismos que agitan a los estudiantes, los transportadores, los indígenas y otros grupos, siempre listos para protestar por cualquier situación.

El derecho a la protesta está consagrado en la Constitución Nacional y así debe ser, y más allá de pretender reglamentarlo o ponerle límites, está la cordura y la razón para no dejar llevarse por el caos. Colombia estará este año entre las economías que más crecen en términos de PIB al registrar una cifra superior a 3%; el desempleo, a pesar de que se ha disparado hasta 12%, tiene su explicación en la masiva llegada de venezolanos y el lento repunte de sectores como la agricultura y la construcción. Es un país con una tasa de interés estable, pues en casi dos años se ha mantenido en 4,25%; la inflación no llegará más allá de 4%; y las empresas tienen una dinámica aceptable en un mercado regional enrarecido. Hay muchas buenas noticias económicas que deberían desarmar los ánimos y sembrar la semilla de la reconciliación nacional en torno al crecimiento sostenido. Puede parecerle a los neófitos en temas económicos que el Ejecutivo es responsable de cosas inmanejables, como la alta devaluación; pero no, esa mala situación cambiaria es fruto de la guerra arancelaria que está viviendo el mundo a costa del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo de la China, Xi Jinping.

No se puede dejar caer al país en el mantra de la manifestación social basado en que el “caos nunca muera”; pues no solo el país económico y social tienen cosas buenas que mostrar, el deporte atraviesa un momento de oro y nuestra cultura musical conquista mercados otrora esquivos. Es cierto que la inseguridad pulula en algunas regiones y que los líderes sociales han sido objeto de persecución y muerte por parte de grupos desestabilizadores; también, que no hay explicación para que los corruptos se salgan siempre con la suya, pero el país es un colectivo real que se construye con mucho optimismo, un insumo infaltable para fundar el país de las nuevas generaciones.

Colombia no puede caer en el mismo hueco de la protesta social sin límites en el que está Ecuador, un país que hasta hace pocas semanas era más estable, luego de décadas de docenas de presidentes sin gobernabilidad. Hay muchos intereses populistas para que aquí ocurra lo mismo, especialmente en medio de una temporada de elecciones regionales que ya ha tenido una dosis de violencia alta en las zonas apartadas. Se debe tener mucho cuidado con ese populismo desestabilizador, situación que puede llevar a la región a un caos de nunca acabar.

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