Editorial

Ahora hay que pensar en recuperar la economía

<p>Asegurado el control de la inflación, los retos de corto plazo de quienes manejan la política económica son grandes y deben ser claros</p>

Luego del favorable cambio de la tendencia de la inflación a agosto, que se espera se consolide en los próximos meses, las acciones para procurar un rumbo en el mismo sentido de la economía deben aparecer como prioridad de las autoridades monetarias y económicas, en el entendido que es tan importante la estabilidad monetaria como el crecimiento de la actividad productiva por su impacto en el empleo, bienestar y aporte a las finanzas públicas y privadas. Y esas acciones no dan mayor espera, pues los pronósticos no son alentadores sobre la evolución del crecimiento económico tanto en el corto como en el mediano plazo, según lo han advertido estudiosos del tema como Fedesarrollo y Anif.

Aunque el nivel de costo de vida alcanzó niveles sin antecedentes en más de una década y al cierre del mes pasado llegó a un registro de 8,1% en 12 meses, con lo cual se tiene dos veces el dato del año anterior, el descenso en los precios de los alimentos comprueba un mejoramiento en la oferta, razón principal que había jalonado el dato agregado, lo cual no significa que se puede cantar victoria en el tema, pero sin duda que ya no se vivirá la situación del pasado. En ese orden, la junta del Banco de la República y el Ministerio de Hacienda deben buscar los mecanismos para procurar la reactivación del aparato productivo. En el primer caso, parece claro que la tasas de interés deben comenzar a bajar en concordancia con la menor inflación y su intensidad dependerá de la estabilidad de los próximos meses.

En el caso de la política económica, en cabeza del gobierno, la acción debe ser mucho más cuidadosa y certera, porque involucra factores subjetivos y objetivos sobre los que no se tiene el control, como la necesaria confianza que debe brindarse a la inversión privada, muy sensible a la ocurrencia de fenómenos extraeconómicos y de eventos externos propios del mundo global, al cual el país no puede ser ajeno. A eso se suma la expectativa de los agentes económicos por el impacto que tendrá la aprobación del plebiscito sobre el mediano y largo plazo cuando comiencen a implementarse en concreto las reformas acordadas en los acuerdos de La Habana, bajo la óptica popular de que “el diablo está en los detalles”.

Otro asunto que sin duda impactará a la actividad productiva, en mayor o menos escala, es la inminente reforma tributaria que deberá presentarse a consideración del Congreso y que regirá desde comienzos del próximo año y cuya urgencia parece no ponerse en duda por efecto de la necesidad  de compensar los menores ingresos de la actividad extractiva ante la caída de las cotizaciones externas. Sin embargo, es pertinente llamar la atención sobre el equilibrio que debe buscarse entre el objetivo fiscal y que la economía mantenga un ritmo conveniente de actividad, pues no se puede caer en el peor escenario de modificar los impuestos a un nivel que no favorezca el objetivo de mayores recaudos por un descenso en la inversión y en la producción.