Editorial

Al café no le debe pasar el mismo caso del petróleo

<p>Los cafeteros viven un silencioso ciclo de vacas gordas en el que se debe ahorrar para no pedir más subsidios cuando lleguen las vacas flacas.</p>

Como consecuencia de un aumento en los precios internacionales y una devaluación de la moneda, los cafeteros están de plácemes en sus ingresos, los más altos de los últimos cinco años. Sin duda una buena y merecida noticia para ellos y para la economía nacional por la importancia que todavía representa ese sector en la demanda agregada, más si se tiene en cuenta la caída en el resto de las exportaciones nacionales.

Sin embargo, es importante hacer notar que en este como se en otros casos, la coyuntura favorable es producto de un ciclo temporal, ligado a una diminución en la oferta o a movimientos en la tasa de cambio también concretamente explicados y cuya volatilidad nadie puede desconocer y controlar, pues depende de factores externos. La mejor ilustración de la situación la da el petróleo, cuyo precio descendió bruscamente como consecuencia de la sobreoferta del crudo que sobrevino luego de una escasez, que después indujo a grandes inversiones, que a su vez trajeron la oferta excedentaria.

Los cafeteros tienen experiencia en que la escasez trae una mejora en sus ingresos, pero luego un aumento en la producción mundial repercute en una rebaja en los precios que se transmite a las rentas internas. Cuando el mercado cafetero estaba regido por las reglas de un pacto internacional, un acuerdo entre productores permitía corregir las distorsiones en los precios a través del mecanismo de cuotas, pero luego con el rompimiento del Pacto Internacional del Café, las condiciones del mercado quedaron al arbitrio de la oferta y la demanda. 

Se debe tener cuidado para evitar que esas fluctuaciones afecten negativamente el bienestar de los productores, mecanismo que funcionó con éxito cundo el gremio tenía gran estructura, pues se garantizaba un ingreso rentable cuando los precios se colocaban por encima de determinado nivel que permitía sustentar al productor en caso de que los precio se deprimieran. Cuando este modelo dejó de operar, los cafeteros comenzaron a reclamarle al gremio y al Gobierno y quedaron sujetos a las buena voluntad del Ministerio de Hacienda y llevaron a muchas situaciones de hecho. Ni fiscal ni políticamente este esquema de subsidios es sostenible y genera una reacción negativa o emuladora en otras actividades con los mismos derechos.

El modelo de sustentación de precios es un esquema válido, pero bajo la responsabilidad y tutela de las mismas autoridades del sector y el Gobierno solo debe brindar apoyos cuando la situación sea extrema y más en estímulos a la oferta antes que subsidios directos. Es por eso que los cafeteros de hoy deben practicar los principios del buen sentido común financiero: ahorrar en las vacas gordas para enfrentar luego los períodos de dificultades, lo cual incluye actividades de mejoramiento de productividad y tareas de investigación.