Editorial

Al oído de la misión tributaria

<p>Ya se conocen nombres, pero ojalá su asesoría se ponga en práctica antes de que el hueco fiscal siga creciendo</p>

De dos cosas se hablaron en el país político y económico una vez pasadas las elecciones presidenciales durante el segundo semestre del año pasado: la primera de la reforma tributaria, y la segunda, de una misión tributaria que asesoraría al Gobierno Nacional en la puesta en marcha de la tan mencionada reforma tributaria estructural.

La dirección de la Dian en cabeza del ex ministro, Santiago Rojas, ha seleccionado un equipo de lujo para abordar el tema y sentar las bases de un sistema tributario más moderno, más flexible, más eficaz, pero que sobre todo sea equitativo y desarrolle unos mínimos de competitividad frente a la competencia regional. El derrotero de los temas, o la agenda de trabajo será configurada con el Ministerio de Hacienda y coordinada por la Dian, pero es obvio que la temática versará sobre la necesaria reforma del Estatuto Tributario, que tiene más de normas contables que de tributación.

El pasado 18 de febrero le recordamos al Gobierno Nacional su compromiso con los congresistas de articular una ‘misión tributaria’ que abordara de una vez por todas la eterna deuda de la reforma tributaria estructural que arregle la colcha de retazos en que se ha convertido nuestro sistema tributario. Dijimos que “la misión tributaria es una urgencia para las finanzas estatales y que debía estar conformada por técnicos de muy alto nivel, especialistas en tributación; por profesionales externos ojalá de la banca multilateral y bajo la asesoría de la Ocde, de tal manera que se ponga al día nuestro sistema comparado con los mejores”. Pero exigimos que la Misión evalúe la puerta giratoria en la tributación, pues es bien sabido que no son muchas las inhabilidades para ser consejero de cobro de impuestos al lado del Gobierno y a la vez asesorar a quienes tienen la obligación de pagar tributos.

Lo primero que debe hacer la misión tributaria, que trabajará durante casi un año en estos temas, será blindar de los políticos a la Dian, entidad rectora de impuestos que solo desde hace cuatro o cinco años funciona como una entidad técnica, tradicionalmente la Dirección de Impuestos y Aduanas ha sido un fortín político por donde desfilaban las hojas de vida de funcionarios con padrinos en el Congreso de la República, en gobernaciones y alcaldías. Esa situación se limpió en un buen porcentaje, pero los vicios de entidad politizada se mantiene en las regiones.

No sabemos qué va a pasar con la llamada junta directiva que había puesto a andar el anterior director de la Dian, y cómo funcionaría en adelante. Lo importante por ahora es que esta misión no se quede como todas las misiones en los anaqueles de los ministerios sin ponerse en práctica.