Editorial

Aprender a vivir en las casas gratis

<p>Está pendiente la tarea de enseñarles a los beneficiarios de las 100.000 casas gratis a pagar servicios y convivir en comunidad</p>

Suena un poco raro, por no decir exclusivista, plantear que los beneficiarios de las viviendas gratis otorgadas por el Gobierno Nacional aprendan a vivir en medio de las exigencias de las propiedades horizontales, en donde tienen que pagar los mínimos servicios públicos y muchas veces la administración de los edificios. Lo decimos porque abundan las denuncias de que muchos de los miles de beneficiarios en todo el país, no quieren pagar la energía y el agua, con la argumentación de que todo es gratuito, y que es un engaño. Esa curiosa situación destapa una necesidad sentida en este tipo de programas asistencialistas: no existe un acompañamiento real y oficial por parte de las instituciones rectoras de esta exitosa política pública.

El gremio de los banqueros, Asobancaria, realizó ayer en Bogotá un importante debate sobre el acompañamiento a los beneficiarios del programa e invitó al Ministro de Vivienda; al Alcalde de Montería; a la Subdirectora del DPS, y al Presidente de la Constructora Bolívar, para que fijaran sus puntos de vista sobre la problemática. Una de las conclusiones es que falta acompañamiento real que le enseñe a las familias protegidas cómo es tener una casa y vivir en medio de vecinos formales. Esta debería ser una tarea de bienestar social de las cajas de compensación que tienen experiencia en el tema y que han acompañado el programa del Gobierno. La realidad nos ha mostrado que no se pueden dejar ‘tiradas’ a familias enteras sin darles mayores explicaciones de responsabilidad y convivencia.

Lo triste de esta situación, sentida en todo el país, es que las cosas malas que han sucedido al interior del exitoso programa pueden opacar los bueno, que es muy superior. Más que ir más allá y entregar casas dotadas de electrodomésticos (lo ha propuesto el Vicepresidente) es fundamental que los beneficiarios aprendan a vivir entre vecinos, progresando en sociedad, y poco a poco salir de la franja de vulnerabilidad. Por supuesto, la tarea de socialización está en manos de los gobiernos locales, y nosotros proponemos que también esté en territorio de las actividades de las cajas de compensación, para enseñarles a los subsidiados a progresar en medio de sus responsabilidades mínimas.

Hay que aprender a vivir en las casas gratis y eso no solo depende de los usuarios premiados con esa política, también de las autoridades gestoras. Muchas de las empresas constructoras han emprendido actividades de responsabilidad social que tienen como objetivo cuidar los proyectos y enseñarles a los nuevos vecinos a vigilar su patrimonio. No ha sido fácil, pero poco a poco se ha avanzado en incluir a las familias en unos mínimos de convivencia. Aún falta mucho, pero no hay que desfallecer en el intento.