Editorial

Brasil vota por el continuismo o los verdes

<p>Mañana los brasileños decidirán si continuar con Dilma Rousseff o irse a las huestes de su opositora Marina Silva.&nbsp;</p>

Hace un par de años los profesores James Robinson y Daron Acemoglu revolucionaron el mundo académico, particularmente el latinoamericano al tratar de explicar en su libro “Por qué fracasan los países” los problemas que impiden a las naciones tener un crecimiento equilibrado. Los profesores de la Universidad de Harvard demuestran en su texto, usado como texto de cabecera por políticos estudiosos, los motivos por los cuales hay naciones que logran un alto nivel de desarrollo y calidad de vida de sus habitantes (Inglaterra, Estados Unidos, Francia y Japón) mientras otras no lo consiguen: se quedan pobres porque toman malas decisiones en términos de instituciones de gobierno.

De esas tesis han pasado varios años y seguimos viendo en sus argumentaciones el espejo latinoamericano, pero hay una nación que a juicio de los autores se sale de la fila regional, rompe los moldes tercermundistas y coquetea con las ligas de los más desarrollados. Es Brasil, que según palabras del mismo Robinson (2014), “está cambiando sus instituciones de extractivas a inclusivas. Lo que vemos allá en los últimos 20 años es una enorme expansión en educación y en el acceso a las oportunidades”. Y esa imagen moderna y vanguardista brasileña se debe a la continuidad de unas políticas públicas que no se originan en la actual administración, ni siquiera comienzan con Lula da Silva, sino que arranca desde tiempos de Fernando Henrique Cardoso.

Pues todo esto es lo que está en juego mañana en unas elecciones muy disputadas, en donde la actual presidenta, Dilma Rousseff, pone en juego su continuidad con una arrolladora Marina Silva, que de pasar a una segunda vuelta puede poner en jaque al movimiento de los trabajadores que ha estado en el gobierno los últimos años. Las protestas durante el pasado Mundial de Fútbol pusieron al descubierto que los logros gubernamentales no son generales y que el gran avance social no llega por igual a todos los sectores de una sociedad donde cabalga la inequidad. En términos de resultados económicos, el gigante latinoamericano ha visto reducir sus crecimientos, las tasas han subido, el consumo está cayendo y hay rebrotes inflacionarios.

No se puede decir que hay un descontento generalizado en donde la caída de Dilma y su mentor Lula da Silva sea es una situación ineludible, pero Brasil después de estas elecciones nunca volverá a ser igual. La economía debe abrirse más al mundo, buscar nuevos socios estratégicos globales diferentes de China y mirar sus mercados naturales. Y en esta hoja de ruta comercial para los próximos años se debe revisar los compromisos de los diferentes gobiernos con Mercosur que no le han permitido a los productos y servicios brasileños mirar al cono norte.