Editorial

Buenos precios, buen clima, buen dólar

<p>Ahora que la situación mejora para los cafeteros, bien pueden ayudar a otros sectores del agro más necesitados.&nbsp;</p>

Hubo un tiempo en muchas regiones de Colombia en donde la infraestructura estaba casi a cargo de los comités regionales de cafeteros. Los largos años de bonanzas y de éxito económico (tenían hasta un miembro en pleno de la llamada Junta Monetaria) aún se sienten en el mapa del Eje Cafetero, Antioquia, Cauca y una buena parte de Tolima y Santander. Había un país cafetero desarrollado, lleno de bienestar, y otro mucho más pobre en donde germinó la guerrilla y la desigualdad social era más evidente, el Estado brillaba por su ausencia. Lo que se afirma en la primera línea es tan cierto, que una de las mayores amenazas durante los últimos años de la década de los noventa, era que la guerrilla estaba tan fortalecida que ya estaba entrando a tierras cafeteras. Ya bien entrado el siglo XXI el país pobre y olvidado se generalizó hasta nuestros días en los que la esperanza reverdece. 

Los tiempos cambiaron para Colombia durante la última década y la amenaza guerrillera empezó a desvanecerse, al tiempo que las pocas reformas económicas empezaron a cuajar dejando unas bases sólidas para empezar a construir un país mejor ya en esta segunda década del siglo XXI. La crisis cafetera parece haber tocado fondo y con ello la penosa situación de casi medio millón de familias que derivan su sustento del café. Tuvieron que pasar plagas, erradicaciones y paros para que la sociedad entendiera que la deuda con los cafeteros era grande y que había que darles la mano, pues insistimos que la generosidad cafetera se hizo sentir en viejos tiempos de bonanza y un pueblo cafetero era bien distinto a un pueblo sin una mata de café.

Así las cosas, apoyamos los viejos precios de sustentación y ahora el plan de apoyo al ingreso cafetero que se lleva una buena parte del presupuesto nacional. Pero las cosas empiezan a cambiar y el golpeado precio interno del grano está subiendo a niveles de un dólar y medio por kilo de café en el mercado internacional. Una situación que se suma a una tasa de cambio por encima de los $2.000. También podemos agrupar una buena producción por el largo verano entre diciembre y enero, todo para darse una situación perfecta: buena cosecha, buenos precios, buena tasa de cambio. Esta coyuntura -que ojalá dure todo el año- ayudará a que los cafeteros aprovechen este momento para ser más competitivos, más productivos y entiendan que hay otros sectores más necesitados de esa ayuda estatal que han recibido.

La generosidad cafetera ha sido histórica y la Federación Nacional de Cafeteros un ejemplo mundial de cooperativismo, agremiación y responsabilidad social. Ojalá las bases comprendan el mensaje y se den cuenta que los años malos ya se van.