Editorial

Colombia debe cerrar filas por San Andrés

La soberanía colombiana en el archipielago de san andrés y sus mares aledaños es inobjetable y debe quedar muy clara.Con el tema de San Andrés en Nicaragua sucede lo mismo que con Las Malvinas en Argentina. Cada que un gobierno populista de turno quiere desviar el foco de atención pública, distraer su mala gestión y/o acudir al nacionalismo, desempolva viejas añoranzas y las trae a valor presente para cosechar efímeros frutos en sus popularidades. Eso es lo que está pasando con el gobierno de Daniel Ortega, que se aferra a un imposible histórico, y es que el archipiélago colombiano empiece a ser parte de su mapa.

El gran problema es que es un asunto que desgasta mucho y le impone al país altos costos en abogados, viajes y representaciones, que llevan varias décadas sin que el problema se resuelva por las vías legales. Esperamos que la defensa que Colombia hace de su soberanía sobre el archipiélago de San Andrés ante la Corte Internacional de Justicia sea definitiva y se nos garantice la "completa soberanía" sobre las islas y el territorio aledaño en el mar Caribe.

La disputa por los cayos de Roncador, Quitasueño, Serrana, Serranilla, Bajo Nuevo, Albuquerque, Cayos Este y Sudeste, y las áreas marítimas que les corresponden, se originó hacia 1913 cuando por los nicaragüenses reclamaron en los tribunales internacionales soberanía sobre el archipiélago.
Inicialmente ese conflicto se resolvió en 1928, con la firma del Tratado Bárcenas-Esguerra, pero Nicaragua considera que no es válido porque su territorio estaba ocupado por Estados Unidos. La Corte reconoció en 2007 la soberanía colombiana y se declaró competente para dirimir en el conflicto.

Ya ambos países han presentado sus argumentos jurídicos y la próxima semana será crucial para la resolución del conflicto internacional. Pero en disputas globales cualquier cosa puede suceder, de tal manera que los colombianos debemos hacernos sentir y preservar de frente nuestra soberanía sobre el archipiélago de San Andrés, una región Caribe tan colombiana como cualquier otro territorio.

Pero más allá del patriotismo con el que debemos defender abiertamente ese rico territorio marítimo e insular, nuestro Gobierno debe tener planes precisos de desarrollo y explotación de sus riquezas oceánicas. De nada vale decir que San Andrés y sus alrededores son nuestros si los históricos gobiernos centralistas no llevan bienestar, inversión, educación, salud, y todo el desarrollo a esa otra Colombia.

Colombia es un país absolutamente Caribe y allí está gran parte de nuestro potencial de desarrollo comercial y de explotación petrolera off shore. Y San Andrés debe ser una escala en la conquista comercial de los mercados centroamericanos. Bien vale la pena que el alto gobierno, con sus ministros en pleno, presenten una estrategia cierta de soberanía económica con nuestra isla de epicentro.