Colombia debe subir sus índices de innovación
viernes, 14 de febrero de 2020
La fabricación de valor agregado, la densidad de alta tecnología y la actividad de patentes son los pilares que sostienen a los países más desarrollados, pero aquí son asuntos extraños
Editorial
Esta semana se realizó la octava entrega del ‘Índice de Innovación Bloomberg 2020’, uno de los rankings más importantes de países y que se ha convertido en una suerte de “estado del progreso de las nacionales” de cara al futuro. Alemania y Corea del Sur lideran el listado en donde se mide la capacidad para innovar a partir de los gastos de investigación y desarrollo, la capacidad de fabricación y la concentración de empresas públicas de alta tecnología en sus programas de desarrollo; todas las anteriores asignaturas en las que Colombia no aparece desde la óptica externa y mucho menos en las discusiones locales.
El único país latinoamericano en el listado es Chile y todo parece indicar que para los gobiernos regionales el tema de la innovación es un asunto secundario o inexistente en el cual no hay una hoja de ruta. Además de Alemania y Corea del Sur, en el listado están Singapur, Suiza y Suecia, en los primeros lugares, países que han demostrado de manera deliberada que en la innovación está la llave hacia el desarrollo y el bienestar de las personas. No son países muy ricos en recursos naturales o su explotación no es prioritaria, situación otrora delicada que han suplido con educación y un enfoque científico en todas sus políticas públicas. En cambio, en países como el nuestro, las discusiones siguen siendo de siglos pasados, como son las exportaciones de bienes primarios, los enfrentamientos entre el Estado y las comunidades por si se construye o no una autopista o si la extracción de petróleo y gas se hace con nuevas tecnologías o a la vieja usanza. La gran diferencia entre los países innovadores, líderes en tecnología, no es otra que el enfoque de sus líderes empresariales y por supuesto de sus gobiernos que han sabido llevar a sus economías en segunda o tercera revolución industrial al Internet de Las Cosas que marca la cuarta revolución industrial. La productividad sube cuando se usan las nuevas tecnologías y eso no se logra si la fabricación en un país no tiene en cuenta el valor agregado y la eficiencia de la llamada educación terciaria, que no es una cosa distinta a la última etapa del proceso de aprendizaje académico, una etapa más allá del bachillerato y universidad.
Está claro que los resultados del índice permiten concluir que la innovación es un motor fundamental para el crecimiento económico y que son estas apuestas por la innovación que las grandes potencias han podido consolidar su crecimiento. En el ranking que tiene en cuenta a 60 economías hay una ausencia de países latinoamericanos lo que demuestra que estamos muy quedados en temas de innovación y que en términos de nuevas tecnologías seguiremos siendo gregarios y no líderes; países como India o China, de grandes poblaciones pobres han podido emerger en estos índices y mostrarle al mundo que es cuestión de decisión gubernamental y decisión empresarial desarrollar nuevas maneras de enfrentar la economía. Hay que apostarle mucho más a la investigación para potenciar las nuevas ideas, subir la cifra de doctorados por habitante y dinamizar el registro de patentes que es muy pobre. La creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación es bien intencionada y va en ese norte, pero solo si tiene un plan a la largo plazo y una carta de navegación, de lo contrario será pura burocracia y aumento de gasto público.