Editorial

Colombia en modo “Sitp provisional”

Pocas cosas en Colombia son a largo plazo y todo puede cambiar según lo crea un gobernante de turno, hay una crisis en las instituciones

Editorial

Las personas que visitan con frecuencia la capital de Colombia se sorprenden con los letreros de algunos buses de transporte público que están identificados como “Sitp provisional”. El Sitp se refiere al Sistema Integrado de Transporte Público que desde hace algunos años busca “integrar, reducir y modernizar el número de empresas prestadoras del servicio a 13 para que operen en el número de zonas en que Bogotá está dividida”. Nos referimos a los que nos visitan porque quienes vivimos en esta ciudad de 10 millones de habitantes, el anuncio ya se volvió paisaje, como sucede con muchas cosas en todo el país. Primero salgamos del Sitp.

La Secretaría de Movilidad y TransMilenio volvieron a modificar los plazos del proceso de desmonte del servicio provisional hasta que se resuelvan los recursos interpuestos por las empresas que operan estas rutas. Un proceso que tal como va se puede gastar más de una década de anuncios de provisionalidad. Dice ahora el Distrito que el proceso de desmonte del primer grupo de 11 rutas terminará una vez se resuelvan los recursos interpuestos por las empresas que prestan el servicio. El plazo para el desmonte del segundo grupo, de cinco rutas, que debía haber entrado a operar este 30 de abril, irá hasta el 14 de septiembre de este año. El tercer grupo, de 13 rutas, tendrá plazo para salir de funcionamiento hasta diciembre próximo. El cuento es que siempre se ponen plazos para incumplirlos y para que el aparataje burocrático de la justicia se alíe con el caos, la inseguridad y la informalidad que han mantenido capturado el servicio de transporte público en la ciudad. Son más de 6.000 vehículos que deben ser chatarrizados, justo uno de esos lunares en los que hay que avanzar para entrar la Ocde e ir en el camino del desarrollo.

Al desmonte gradual de las rutas provisionales y a la sacada del mercado de esos buses viejos, se le están poniendo demasiadas corta prisas, pues todos los dueños y personas que se lucran del desorden y la falta de ejercicio eficaz de la justicia, siempre hallan la manera de encontrar abogados, fiscales y jueces con precio que frenen procesos de evolución, tal como sucede en muchos aspectos de la vida nacional.

El país entero vive de procesos, fases o etapas provisionales. No es sino mirar cómo operan las instituciones de control y vigilancia para evidenciar que la “provisionalidad” está enquistada en la cultura colombiana. Nada es a largo plazo, todo es provisional o depende del mandatario de turno. Temas neurálgicos para el futuro del país económico como impuestos, pensiones, educación o salud, dependen de los vaivenes de los gobernantes de turno o de los simples funcionarios que llegan en lapsos no mayores a cuatro años para probar sus formas individuales de ver el mundo. Incluso, el mismo modelo económico vive de manera provisional, pues los aspirantes a suceder al actual Gobierno Nacional no han firmado un pacto por el crecimiento económico, por el desarrollo o por el simple respeto a la seguridad jurídica. Las instituciones -en especial la justicia- vive malos momentos porque cada individuo que llega a tomar esas riendas cambia todo lo que hace el anterior y así sucesivamente hasta entregar el país que hoy tenemos, caracterizado por normas que hoy son y mañana no. Ojalá los candidatos tomaran nota, se sentaran y hablaran sobre los fundamentales del crecimiento y de la seguridad, para no vivir en un eterno “provisional”.

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