Editorial

Competitividad regional, otro cabo suelto

<p>El tema de la descentralización ha sido un ausente en los debates presidenciales y las regiones siguen siendo apéndices.</p>

En el mundo global es cada vez más evidente que el concepto de Estado-Nación ha cedido el paso en favor de las regiones que al interior de los países compiten y también se enfrentan a los mercados externos con eficiencia y mayor agilidad. Lo anterior no quiere decir que el Estado haya desaparecido como ente que maneja los asuntos de interés nacional, sino que sus funciones adquieren una dimensión cada vez más general como la defensa de los intereses públicos, la protección de las fronteras, el cuidado de los derechos humanos y las relaciones internacionales. Incluso la política económica general es y seguirá siendo una de sus atribuciones.

Mientras tanto, las variables ligadas al crecimiento y desarrollo económico se quedan en forma creciente a cargo de las regiones. Las lecciones dadas por China, Japón y la misma Europa resultan contundentes en ese sentido y en forma gradual se ha extendido a países con un nivel de desarrollo medio. Pero al interior de los límites de un país, las regiones tienen capacidades propias que las llevan a adoptar estrategias distintas en función de sus ventajas competitivas. Por ejemplo, las regiones que están cerca de los puertos de exportación tienen como prioridad los mercados internacionales, en tanto que las zonas mediterráneas o alejadas de las costas consideran el mercado interno como su primera opción para competir.

Con sus propias características, el caso colombiano se acomoda a la tendencia internacional, pues la firma de tratados de libre comercio, abre las puertas para colocar productos en los mercados señalados y lo mismo para recibir inversión. En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, la región del Caribe tiene grandes oportunidades en tanto que la perspectiva de departamentos del occidente está ligada a los países firmantes de la Alianza del Pacífico o a los mercados del Medio Oriente.

En otros casos, en particular los departamentos que están lejos de las costas, deben buscar opciones que los hagan competitivos y sin duda estas están ligadas al mercado interno. Es el caso de departamentos como Boyacá, Huila, Tolima y parte de la región andina, que tienen en Bogotá su gran oportunidad de atender la demanda de los productos y de recibir empresas cuya operación resulta costosa en la capital. En cualquier caso, las regiones deben tener grados de libertad, flexibilidad y capacidad de maniobra. Desafortunadamente esa inclinación no parece estarse dando, pues la visión centralista es cada día más controladora sobre las distintas zonas casi que determinando el rumbo de ellas en función de los agregados macro.

El asunto no ha sido objeto de la campaña presidencial ahora y antes, cuando debería ser una prioridad contribuir a lograr el desarrollo de las vocaciones locales como una opción del desarrollo.