Editorial

Corrupción como problema, luz de un día

<p>La corrupción pasó a segundo plano en menos de ocho semanas, una realidad que no se debe dejar pasar por alto</p><p>&nbsp;</p>

Hace pocas semanas habíamos planteado que los nombres de las empresas Odebrecht, Reficar y Marketmedios, seguramente competirían como palabra del año, pues han estado en boca de los medios de comunicación por varias semanas por sus nexos con escándalos de corrupción y tráfico de influencias. Pero está demostrado que Colombia es un país de tramas mediáticas efímeras que se desvanecen con facilidad y la opinión pública, poco a poco, se va olvidando de los temas que nos hicieron desgarrar las vestiduras y lanzar cruzadas por la transparencia. 

Desde diciembre, tal como lo muestra la gráfica del Gallup Pool de Invamer de los últimos dos meses, nos muestra que el problema de la corrupción se disparó en diciembre pasado de 22% a 30% en febrero de 2017 cuando se conoció que la constructora brasileña venía patrocinando gobernantes desde hace varios años. Y para esta la última medición bajó de 30% a 28%, poniéndose por debajo de otros asuntos secundarios. 

El estudio le pregunta a las personas de las cinco principales ciudades cuál es el principal problema que tiene Colombia en estos momentos, y los encuestados pueden seleccionar entre el orden público y la seguridad; el poder adquisitivo y la economía; la corrupción, y otros asuntos varios en los que se juntan temas como la infraestructura, la niñez, el ambiente, la mujer o muchos otros más diversos. Desde septiembre de 2004 cuando se viene haciendo este sondeo nunca la corrupción había estado de primero por encima de la seguridad o la economía, pero en febrero se convirtió en el asunto de prioridad nacional, situación que solo duró ocho semanas, al ser desplazado por otros problemas sociales no específicos. 

Con tristeza se consiga que la corrupción fue luz de un día y que se va difuminando en el acontecer nacional sin que los responsables de estafar al país y llevarse los recursos públicos sean castigados. Es más: si las cosas siguen de esta manera, la corrupción ni siquiera será un tema protagonista del debate en las próximas elecciones presidenciales. En términos epistemológicos la historia no se repite como se plantea en el argot popular, pero en Colombia las cosas fundamentales se van olvidando de manera olímpica y pasamos la página de asuntos sin resolver, generando una sensación de que aquí nada pasa, que todo es urgente, pero nada es importante. Si bien a los ojos de Invamer la corrupción ya pasó a un segundo plano, la percepción (al menos en las cinco principales capitales) es que está disparada. 

Por ejemplo, en julio de 2008 solo 36 de cada 100 colombianos consideraba que el problema de la corrupción estaba empeorando, mientras que hoy -casi una década después- 92 de cada centenar opina que todo está peor, sensación que se ha disparado desde agosto del año pasado. ¿Por qué es importante este sentimiento nacional? Está claro que es un ambiente que usan las fuerzas de extrema izquierda o su antagónica derecha para hacer campaña política y rotular líderes valiosos con la letra escarlata de la corrupción. Es un imperativo que el país no se olvide que el robo y la ventaja en los dineros públicos es la madre de todos los problemas y que no se debe olvidar bajo ninguna circunstancia.